jueves, 4 de octubre de 2018



Umberto Saba

Trieste





Trieste

He atravesado toda la ciudad.
Luego subí una cuesta,
populosa al principio y más allá desierta,
circuida por un muro bajo: mínimo
rincón en donde a solas
me siento; y me parece que donde el muro acaba
termina la ciudad.

Trieste tiene una arisca
gracia. Si gusta,
es como un muchachote voraz y áspero,
con las ojos azules y las manos
demasiado grandes para dar una flor:
como un amor
con celos.
Desde esta cuesta cada iglesia, cada
calle suya descubro, si conduce
a la playa atestada
o a la colina, a cuya pedregosa
cima, una casa, la última, se aferra.
Alrededor
circula en cada cosa un aire extraño,
un aire tormentoso, el aire
nativo.

Mi ciudad, que está en cada sitio viva,
tiene el rincón a mi medida, y a mi vida
pensativa y esquiva.

Umberto Saba

[Versión de P. A.
Córdoba, 03-X-18]

*

Trieste

Ho attraversata tutta la città.
Poi ho salita un'erta,
popolosa in principio, in là deserta,
chiusa da un muricciolo:
un cantuccio in cui solo
siedo; e mi pare che dove esso termina
termini la città.

Trieste ha una scontrosa
grazia. Se piace,
è come un ragazzaccio aspro e vorace,
con gli occhi azzurri e mani troppo grandi
per regalare un fiore;
come un amore
con gelosia.
Da quest'erta ogni chiesa, ogni sua via
scopro, se mena all'ingombrata spiaggia,
o alla collina cui, sulla sassosa
cima, una casa, l'ultima, s'aggrappa.

Intorno
circola ad ogni cosa
un'aria strana, un'aria tormentosa,
l'aria natia.
La mia città che in ogni parte è viva,
ha il cantuccio a me fatto, alla mia vita
pensosa e schiva....

Umberto Saba

[De “Trieste e una donna”,
en Canzoniere, Libreria Antica e Moderna, Trieste, 1921]

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