viernes, 27 de octubre de 2017


Sergio Solmi

Nieve


Giorgio Morandi, Nevicata


Nieve

Baja, se posa en techos y balcones
la antigua nieve. Por los vidrios, nueva
e increíble otra vez se me aparece,
como se apareció a los asombrados
ojos de mi niñez.
                             
                             Junto a la tierra
vacila, a un breve soplo de aire, luego
cae de nuevo, levemente.

                                          Cae,
gélida, aérea pluma, paraliza
toda palpitación, extingue todo
color, todo sentido de la vida.
Tu cándida, uniforme, estupefacta
lumbre encandile la memoria, ahora
y siempre, la transforme en claro sueño
infinito, y los días ya perdidos
del otro lado de su velo, casi
hojas marchitas en el hielo.
En tu húmeda blancura de diciembre
reposen, finalmente, adormecidos,
afán, remordimientos y esperanzas.

Duerma, asolado, ahí, el bello jardín.

(1940)

Sergio Solmi

[Versión de P. A.
Córdoba, 27-X-17]


*


Neve

Scende, si posa su tetti e balconi
l’antica neve. Dai vetri m’appare
incredible e nuova, come apparve
ai miei meravigliati occhi d’infanzia.

Esita presso terra a un breve soffio
d’aria mossa, ricade leggermente.

Scendi, gelida, aerea piuma, ferma
ogni palpito, annienta ogni colore,
ogni senso alla vita. Il tuo uniforme
candido lume stupefatto abbagli
ora e per sempre la memoria, a farne
un chiaro sonno interminato, e i giorni
scomparsi oltre il suo velo quasi foglie
morte nel ghiaccio. Dormano sopiti
nel tuo bianco madore decembrino
il rimorso, l’affanno e la speranza.

Vi dorma, devastato, il bel giardino.

(1940)

Sergio Solmi

[En “Ritorno a una città”,
de Poesie, meditazioni e ricordi,
Adelphi, Milano, 1983]

miércoles, 25 de octubre de 2017


Sergio Solmi

La isla Saint-Louis


Constantin Korovine, L'île Saint-Louis (1921)


La isla Saint-Louis


Al caer de la noche, aún te persigo
por las calles tranquilas que se encienden,
a lo largo de los desiertos quais
que remontan los plátanos de herrumbre
como los mástiles de un barco
a punto de zarpar, sombra fraterna
de Carlos Baudelaire.
                                   ¿Y zarpa aún
el hermoso navío, bamboleante,
el cisne moribundo raspa el polvo,
se asoman las difuntas estaciones
con vestidos antiguos a balcones
del cielo? ¿Entre el gentío, la mirada
todavía refulge a tempestades
de la bella que pasa? Cambia, es cierto,
de una ciudad la forma, pero guarda
el corazón humano su sentido
oculto, su color inexpresable.
Y hoy maceran el mío las palabras
extáticas, las tuyas, familiares,
donde esta piedra gris aún resplandece,
donde este verde, amargo Sena, pasa.

1949

Sergio Solmi

[Versión de P. A.
Córdoba, 25-X-17]


*


L’isola Saint-Louis


Al cader della será ancor t’inseguo
per le vie che s’accendono tranquille
e lungo i quais deserti, sormontati
da rugginosi platani com’alberi
d’una nave che salpa, ombra fraterna
di Carlo Baudelaire.
                                  Salpa ancora
rollando il bel naviglio, l’assetato
cigno raspa la polvere, le morte
stagioni in vesti dimesse s’appoggiano
ai balconi del cielo? Tra la folla
lo sguardo ancor lampeggia d’uragano
della bella passante? Cangia, è vero,
d’una città la forma, ma ne serba
il cuore degli umani il senso ascoso,
il colore indecibile.
                                 E oggi macerano
il mio cuore le estatiche parole
tue familiari, dove questa grigia
pietra balena, dove questa verde
amara Senna cola.

1949

Sergio Solmi

[De:“Poesie inedite e sparse”,
en Poesie, meditazioni e ricordi,
Adelphi, Milano, 1983]

sábado, 21 de octubre de 2017


Sergio Solmi

Jardín





Jardín

El irisado
chorro que el viento pliega, y lo dispersa, vela
un instante el paisaje,
lo empaña como una memoria.
Luego, de golpe, en el goteante
espacio, nítido se imprime el níspero
del Japón, y la higuera, y arde el claro
deliquio de las rosas. En lo alto
del muro, están los arcos de la logia,
verdes y negras las persianas
se persiguen, después la fuga alegre
de los manzanos baja a pico, bajan
montes y sombras de los montes.
Belleza un poco cruel, quizás ajena
y demasiado mía.
Como una espada destellante un día
me has herido en el sueño adolescente,
traspasado no pude ya dormir.

1946

Sergio Solmi

[Versión de P. A.
Córdoba, 18-X-17]

*

Giardino

L'iridato
getto che il vento obliqua e sfrangia, vela
per un istante il paesaggio
lo appanna come una memoria.
Poi di colpo s'imprimono
nella stillante aria il fico, il nespolo
del Giappone, arde il chiaro
deliquio delle rose. A sommo
del muro gli archi del loggiato, le
persiane verdi e nere
s'inseguono, più su la fuga ilare
dei meli scende a picco, scendono
monti e ombre di monti.
Bellezza un poco cruda, non mia forse,
e troppo mia,
come una spada lampeggiante un giorno
mi feristi nel sonno adolescente,
dentro t'ebbi a non farmi più dormire.

1946

Sergio Solmi

[De 1946-1947,
Poesie e versioni poetiche,
Adelphi, Milano, 1983]

jueves, 19 de octubre de 2017


Sergio Solmi

Una vez




Una vez

Estábamos
sobre el monte de Bérgamo,
en el pasto crecido,
tú, los niños y yo, mientras giraba
sobre nosotros, entre la llovizna
y el cielo que clareaba,
la vaga rueda de los rayos
ennegrecidos: por el aire
trémulo se esfumaba
el paisaje en delicia.

Estábamos en lo alto de la vida
(ésa que ya no vuelve, ya no vuelve),
traspasados de luz,
en suspenso en un mundo que vacila,
sombras gentiles,
hospedadas por un delicuescente elíseo.

1956

Sergio Solmi

[Versión de P. A.
Córdoba, 18-X-17]

*

Una volta

Eravamo
sulla collina di Bergamo, dentro
l’erba alta, io te i bimbi. Volgeva
su noi, tra pioggia e schiarita, la vaga
ruota dei raggi annerati: per l’aria
tremula si sfaceva
il paesaggio in delizia.

Eravamo alla punta della vita
(quella che più non torna, più non torna),
attraversati di luce, sospesi
in un mondo esitante, ombre gentili
assunte in un deliquescente eliso.

1956

Sergio Solmi

[“Dal balcone” (1968),
“Poesie e versioni poetiche”,
Adelphi, Milano, 1983]

miércoles, 18 de octubre de 2017


Sergio Solmi

Canto de mujer


Arnaldo De Lisio - Donna alla finestra



Canto de mujer

Un canto de mujer que se sabe no vista
detrás de los postigos cerrados, ronca voz
de lánguido abandono y de imprevistos
temblores sacudida, de palabras
vacías, que no logro discernir.
Oh voz absorta, procelosa y dulce,
llena de sueños,
como la que raptaba a los marinos
en el medio del mar, en otros tiempos,
un canto de sirena.
Voz del deseo, que no sabe si
quiere o teme, y que nada más que a sí
misma se dice, su sombrío y tembloroso
amor. Así, al igual que tú, la carne
habla, encendida, así se escucha, a veces,
a sí misma, existir, estupefacta.

(1926)

Sergio Solmi

[Versión de P. A.
Córdoba, 17-X-17]

*

Canto di donna

Canto di donna che si sa non vista
dietro le chiuse imposte, voce roca,
di languenti abbandoni e d’improvvisi
brividi scorsa, di vuote parole
fatta, ch’io non discerno.
O voce assorta, procellosa e dolce,
folta di sogni,
quale rapiva i marinai in mezzo
al mare, un tempo, canto di sirena.
Voce del desiderio, che non sa
se vuole o teme, ed altra non ridice
cosa che sé, che il suo buio, tremante
amore. Come te l’accesa carne
parla talora, e ascolta
sé stupefatta esistere.

(1926)

Sergio Solmi

[“Ritorno a una città”,
Poesie e versioni poetiche
Adelphi, Milano, 1983]

sábado, 14 de octubre de 2017


Carlo Betocchi

Dos poemas de la vejez


Guido Reni, Susana y los viejos



1. Ahora que envejezco…

Ahora que envejezco
y ya no me interesa más juzgar,
no sé si es de avaricia o es de amor,
pero ahora me basta el observar,
aunque el tiempo sea escaso
y poco lo que tengo permitido.
Me he convertido en un depósito
de imágenes color de hojas secas,
que vienen a posarse
por afuera y por dentro,
una encima de la otra,
a veces del revés, a veces del derecho.


2. Sólo ahora sospecho que ésta sea…

Sólo ahora sospecho que ésta sea
mi tentación. Ahora que envejezco.
La tentación de tener paz. El alma
tierna, es grano en la muela del molino.
Pero David ulula desde el fondo
de mi edad a Abisag, la Sunamita
bella, que nunca conoció. Susana
pasea tentadora en su jardín.
Y tantas veces yo soy dos en uno,
como aquellos ancianos de Daniel,
decidido a mi dicha, y mi desgracia.

Carlo Betocchi

[Versiones de P. A.
Ranchos, 13-X-17]


*

1. Ora che invecchio...

Ora che invecchio,
e non mi importa più giudicare,
non so se sia per avarizia o amore,
ma mi contento dell’osservare,
anche se il tempo è scarso
e poco m’è consentito.
Son divenuto un deposito
d’immagini color di foglie secche,
che vengono a posarvisi
dal di fuori e dal dentro,
una sull’altra,
ora al dritto, ora al rovescio.


2. Soltanto ora sospetto che questa...

Soltanto ora sospetto che questa
sia la mia tentazione. Ora che invecchio.
La tentazione d’aver pace. L’anima
tenera, come grano sotto la macina.
Ma ulula David dal fondo
della mia età alla bella Abisag
Sunammite, che non conobbe. Susanna
s’aggira tentatrice nel suo giardino.
E il più spesso io sono due in uno,
come gli anziani di Daniele, deciso
a volere la mia gioia, e il mio male.

Carlo Betocchi

[De “Poesie disperse edite e inedite”,
Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 1984]

domingo, 8 de octubre de 2017


Carlo Betocchi

Fraterno techo; cruel ciudad; clamor…





Fraterno techo; cruel ciudad; clamor
y herida cotidiana; oh, lacerante
vida, vida y tormento en esta anciana
edad: yo soy el más caduco ―¡mírenme!―
de ustedes; una ruina llena de culpas soy…
pero un signo de que algo no declina
con mi declinación: resiste mi paciencia,
es como un horizonte inextinguible,
como un curvo planeta el alma mía.


Carlo Betocchi

[Versión de P. A.
Córdoba, 08-X-17]


*


Fraterno tetto; cruda città; clamore
e strazio quotidiano; o schiaffeggiante
vita, vita e tormento alla mia anziana
età: guardatemi! sono il più càduco,
tra voi; un rudere pieno di colpe sono...
ma un segno che qualcosa non tramonta
col mio tramonto: resiste la mia pazienza,
è come un orizzonte inconsumabile,
come un curvo pianeta è la mia anima.


Carlo Betocchi

[De: “Ultimissime”,
en Prime e ultimissime,
Mondadori, Milán, 1974]

sábado, 7 de octubre de 2017


Carlo Betocchi

Nos rapta el tiempo, 
y está solo el cielo...


Giacomo Balla, Volo di rondini


Nos rapta el tiempo, y está solo el cielo
aun de estas golondrinas que ya el vuelo
traman en lo alto, peligrosamente,
como quien va buscando por su mente

algún nombre perdido… y ya no cuenta,
porque anochece, si por fin lo encuentra.
¡Eh, sí!, que envejecemos, y la vida
que fue, vuelve, más cierta, ahora roída

por una larva, que la monda. Y llega
la noche. Pensamientos, golondrinas,
se trenzan, y no somos los que fuimos;

somos los hondos cielos de la vida,
ay, como profundísima y entera,
y sombría, a lo lejos, en su índigo.


Carlo Betocchi

[Versión de P. A.
Villa Dolores, 07-X-17]


*


Il tempo ci rapisce, e il cielo è solo
anche di queste rondini che il volo
intrecciano, pericolosamente,
come chi va cercando nella mente

qualche nome perduto... e il ritrovarlo
nemmeno conta, poiché è già sera.
Eh sì! s’invecchia, e ritorna più vera
la vita che già fu, rosa da un tarlo...

un tarlo che la monda. E vien la sera.
E i pensieri s’intrecciano, e le rondini.
E non siamo più noi; siamo i profondi
cieli dell’esistenza, ahi come intera

e profondissima, cupa, nel suo indaco.


Carlo Betocchi


[De “L’estate di San Martino”, Mondadori, 1961]