jueves, 23 de enero de 2014

CESARE PAVESE 


El primer poema y el último
de su libro póstumo
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos 





A C. de C.


Tú, sonrisa irisada
sobre la nieve helada─
viento de marzo,
danza de ramas
que brotan de la nieve,
tú que gimes y alumbras
con tus pequeños “oh” ─
blanca gacela, gracia pura,
si pudiera saber
todavía
la gracia reluciente
de cada uno de tus días,
el encaje de espuma
de cada una de tus travesías─
el mañana es escarcha
tendida en la llanura─
tú, sonrisa irisada,
tú, reír que deslumbra.


*


To  C. from  C.


You,
dappled smile
on frozen snows─
wind of March,
ballet of boughs
sprung on the snow,
moaning and glowing
your little “ohs”─
white-limbed doe,
gracious,
would I could know
yet
the gliding grace
of all your days,
the foam-like lace
of all your ways─
to-morrow is frozen
down on the plain─
you, dappled smile,
you, glowing laughter.


*


Último blues, para ser leído un día


Lo sabías, por cierto,
que era sólo un flirteo–
alguien fue lastimado
hace ya mucho tiempo.

Tanto tiempo ha pasado
y ya todo da igual–
como un día has llegado,
un día morirás.

Alguien al fin murió
–tanto tiempo ha pasado–,
alguien que se esforzó
pero que no entendió.


*


Last blues, to be read some day


‘T was only a flirt
you sure did know–
some one was hurt
long time ago.

All is the same
time has gone by–
some day you came
some day you’ll die.

Some one has died
long time ago–
some one who tried
but didn’t know.


[Versiones de P. A.]


 
[Constance Dowling]


Notas


Los diez poemas (ocho en italiano y dos en inglés) para Constance Dowling, escritos en Turín y en Roma entre el 11 de marzo y el 11 de abril de 1950, fueron encontrados tras la muerte de Pavese, dentro de una carpeta, en el escritorio de su oficina en la casa editora Einaudi. Dactilografiadas, llevaban títulos y fechas de puño y letra del autor, así como una portada con su caligrafía: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos / 11 de marzo – 11 de abril de 1950. Fueron publicados en el libro póstumo homónimo (Einaudi, Turín, 1951).
Las fechas no llevaban indicaciones de lugar, que se han establecido a partir del epistolario de Pavese.

* To C. from C.

Turín, 11 de marzo de 1950. Probablemente escrito después de un viaje a Cervinia con la actriz norteamericana Constance Dowling.

* Last blues, to be read some day

Roma, 11 de abril de 1950. Pavese habla de este poema en la carta a Constance Dowling del 17 de abril de 1950.


[De la edición de las Opere di Cesare Pavese, Vol. 11, 
Poesie del disamore e altre poesie disperse, Einaudi, Turín, 1982]


viernes, 3 de enero de 2014


Richard Wilbur

EL AMOR NOS CONVOCA
A LAS COSAS DE ESTE MUNDO
























El amor nos convoca a las cosas de este mundo


Los ojos que se abren a un grito de poleas,
Y reanimada por el sueño, el alma atónita
Pende un instante apenas, simple e incorpórea
Como ese falso amanecer. Por fuera
De la ventana abierta, el aire
Matinal está todo inundado de ángeles.

Algunos usan sábanas, algunos llevan blusas,
Algunos van en bata: lo cierto es que allí están.
Ahora ellos se elevan juntos en calmas olas
De sentimiento alciónico, llenando los atuendos
Con su honda alegría de aliento impersonal;

Ahora en su mismo sitio vuelan
Con la velocidad terrible de lo ubicuo,
Se mueven y se quedan
Como agua blanca; y se hunden en abrupta quietud
Como si nadie ya estuviera ahí.
Vacila el alma

Ante aquello que está por recordar,
Ante el rapto puntual de otro día bendito,
Y clama:
“Oh, que no haya en la tierra sino ropa lavada,
Sino manos rosadas en la bruma que asciende,
Y estas diáfanas danzas a la vista del cielo.”

Pero mientras el sol, con cálida mirada,
Reconoce las formas y colores del mundo,
El alma una vez más desciende en acre amor
A aceptar ese cuerpo que despierta, diciendo
Ya con diversa voz, mientras bosteza y se levanta 
                                                              [el hombre:

“Que los bajen de sus rojos patíbulos;
Que haya límpidos linos
Para cubrir la espalda a los ladrones;
Que acudan los amantes frescos y dulces a sus lechos
Y que las monjas más robustas vayan
En pura flotación de hábitos negros
Manteniendo un difícil equilibrio.”


Richard Wilbur

(Versión de P. A. / Córdoba, 2013)


*


Love calls us to the things of this world


The eyes open to a cry of pulleys,
And spirited from sleep, the astounded soul
Hangs for a moment bodiless and simple
As false dawn.
Outside the open window
The morning air is all awash with angels.

Some are in bed-sheets, some are in blouses,
Some are in smocks: but truly there they are.
Now they are rising together in calm swells
Of halcyon feeling, filling whatever they wear
With the deep joy of their impersonal breathing;

Now they are flying in place, conveying
The terrible speed of their omnipresence, moving
And staying like white water; and now of a sudden
They swoon down into so rapt a quiet
That nobody seems to be there.
The soul shrinks

From all that is about to remember,
From the punctual rape of every blessed day,
And cries,
``Oh, let there be nothing on earth but laundry,
Nothing but rosy hands in the rising steam
And clear dances done in the sight of heaven.''

Yet, as the sun acknowledges
With a warm look the world's hunks and colors,
The soul descends once more in bitter love
To accept the waking body, saying now
In a changed voice as the man yawns and rises,

``Bring them down from their ruddy gallows;
Let there be clean linen for the backs of thieves;
Let lovers go fresh and sweet to be undone,
And the heaviest nuns walk in a pure floating
Of dark habits,
keeping their difficult balance.''


Richard Wilbur