Attilio Bertolucci
Para una clínica demolida
Para una clínica demolida
Aquí donde un poeta hubo llorado y delirado un mes
de su vida ― un abril
de nubes,
de cielo hermoso y plácido
insidiado por grietas ―
rechinan las persianas oxidadas.
¿Dónde han llevado
sus drogas y plegarias,
Hijas de la Sapiencia, hijas
de la paciencia,
tan buenas cocineras, tan alegres
oferentes de la sopa y el vino
para el gran hambre de los mediodías?
Aquí, ya en otro día,
ya esos queridos cuartos demolidos,
ya cuando el año está avanzado
y el edificio nuevo se levanta, una obra
en construcción ruidosa, que enmudece
sólo si el sol alto separa en luz y en sombra
pan y fritura, al albañil le he preguntado
inútilmente:
“¿A dónde
han emigrado
esas viejas y jóvenes hermanas
que con agujas, con ampollas
derrotaban el mal, siempre precisas
como sobre el cuadrante aquellas otras
agujas del reloj, siempre infalibles,
acompañándolas con plegarias cristianas?”
Quiero saber en dónde están,
quiero saber que no han partido
de la ciudad que engendra hasta el exceso
el placer y el dolor, quiero saber
que son, en esta hora
que precede a la noche y al invierno,
aún sabias y pacientes en su don de ahuyentar
por mí, y todos nosotros, en la tierra el infierno.
Attilio
Bertolucci
[Versión de P. A.
Córdoba, 20-VII-24]
*
Per una
clinica demolita
Qui dove un poeta ha pianto e
delirato un mese
della sua vita ― un aprile
di nuvole,
di bel cielo sereno
insidiato di crepe ―
sbattono le persiane
abbandonate.
Dove avete portato
le vostre droghe e preghiere,
Figlie della Sapienza, figlie
della pazienza, tanto
buone cuciniere e allegre
dispensiere di minestre e di
vino
per la gran fame nel tardo
mattino?
Qui un altro giorno, già
demolite quelle stanze care,
già più avanzato l’anno e la
fabbrica
nuova ormai alta, sonora
d’un cantiere che tace
solo se il mezzogiorno spacca
in luce e ombra
pane e frittata, al muratore
ho chiesto inutilmente:
“Dove sono emigrate
quelle vecchie e giovani suore
che con aghi, con fiale
sconfiggevano il male, precise
come lancette sul quadrante a
usarle
senza errore, alternandole
con preghiere cristiane?”
Che io sappia dove sono, che
io sappia
che non sono partite
dalla città che genera in
eccesso
la voluttà e il dolore, che io
le sappia, in quest’ora
che precede la notte e
l’inverno,
ancora sagge e pazienti nel
fugare
per me, per tutti noi, sulla
terra l’inferno.
Attilio
Bertolucci
[De Viaggio d’inverno (1955-1971),
Garzanti, Milano, 1971,
en Al fuoco calmo dei giorni. Poesie 1929-1990,
Biblioteca Universale Rizzoli,
Milano, 1991]
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