sábado, 24 de septiembre de 2011

Eugenio Montale

DORA MARKUS





DORA MARKUS



1

Fu dove il ponte di legno
mette a Porto Corsini sul mare alto
e rari uomini, quasi immoti, affondano
o salpano le reti. Con un segno
della mano additavi all'altra sponda
invisibile la tua patria vera.
Poi seguimmo il canale fino alla darsena
della città, lucida di fuliggine,
nella bassura dove s'affondava
una primavera inerte, senza memoria.

E qui dove un'antica vita
si screzia in una dolce
ansietà d'Oriente,
le tue parole iridavano come le scaglie
della triglia moribonda.

La tua irrequietudine mi fa pensare
agli uccelli di passo che urtano ai fari
nelle sere tempestose:
è una tempesta anche la tua dolcezza,
turbina e non appare,
e i suoi riposi sono anche più rari.
Non so come stremata tu resisti
in questo lago
d'indifferenza ch'è il tuo cuore; forse
ti salva un amuleto che tu tieni
vicino alla matita delle labbra,
al piumino, alla lima: un topo bianco
d'avorio; e così esisti!


2

Ormai nella tua Carinzia
di mirti fioriti e di stagni,
china sul bordo sorvegli
la carpa che timida abbocca
o segui sui tigli, tra gl'irti
pinnacoli le accensioni
del vespro e nell'acque un avvampo
di tende da scali e pensioni.

La sera che si protende
sull'umida conca non porta
col palpito dei motori
che gemiti d'oche e un interno
di nivee maioliche dice
allo specchio annerito che ti vide
diversa una storia di errori
imperturbati e la incide
dove la spugna non giunge.

La tua leggenda, Dora!
Ma è scritta già in quegli sguardi
di uomini che hanno fedine
altere e deboli in grandi
ritratti d'oro e ritorna
ad ogni accordo che esprime
l'armonica guasta nell'ora
che abbuia, sempre più tardi.

È scritta là. Il sempreverde
alloro per la cucina
resiste, la voce non muta,
Ravenna è lontana, distilla
veleno una fede feroce.
Che vuole da te? Non si cede
voce, leggenda o destino...
Ma è tardi, sempre più tardi.


[Le occasioni, Einaudi, Torino, 1939]


Porto Corsini - Ravenna



DORA MARKUS



1

Fue donde el puente de madera
lleva en Puerto Corsini a mar abierto
y algunos hombres, casi inmóviles, sumergen
o recogen las redes. Con un gesto
de la mano indicabas la otra orilla
invisible tu patria verdadera.
Luego el canal seguimos a la dársena
de la ciudad, brillosa del hollín,
en el declive donde se estancaba
la primavera inerte, sin memoria.

Y aquí donde una antigua vida
se irisa en una dulce
ansiedad de Oriente,
tus palabras lucían como escamas
de la trilla que muere.

Tu inquietud me recuerda
los pájaros errantes que chocan con los faros
en noches de tormenta:
también es tu dulzura una tormenta,
se arremolina oculta, y son
sus momentos de calma aún más raros.
No sé cómo extenuada tú resistes
en este lago
de indiferencia que es tu corazón;
quizás un amuleto te salva, ese que tienes
junto al lápiz de labios,
la lima, el cisne: un ratón blanco,
de marfil; ¡y así existes!


2

Ya en tu Carintia
de mirtos florecidos y de estanques,
asomada a la borda ahora vigilas
la carpa que el anzuelo muerde tímida
o en los tilos contemplas, entre agudos
pináculos, variar los resplandores
de la tarde, o un destello de cortinas
que llega de escaleras y pensiones
reflejarse en el agua.

La noche que se extiende
sobre la cuenca húmeda, no trae
junto al latir de los motores
más que gemidos de ocas,
y un interior de níveas mayólicas le dice
al espejo que el tiempo ennegreció
aquel que alguna vez te vio distinta
una historia de errores impasibles
y la graba en lugares que la esponja no limpia.

¡Ah tu leyenda, Dora!
Ya está escrita, no obstante, en las miradas
de esos hombres que ostentan sus patillas
altaneras y débiles en grandes
retratos de oro, y cada vez retorna
cuando suena un acorde de la armónica
destemplada, en la hora
que se oscurece, cada vez más tarde.

Allí está escrita. El siempreverde
laurel de la cocina
aún resiste, y persiste
invariable la voz.
Ravena está lejos, destila
una fe su ponzoña, feroz.
¿Qué te pide? No puede cederse
voz, leyenda o destino…
Pero ya es tarde, cada vez más tarde.


[Las ocasiones, Einaudi, Turín, 1939]




Versión de P. A.
Córdoba, 19-23 de setiembre, 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

BORIS PASTERNAK

Bosque otoñal






БОРИС ПАСТЕРНАК

Осенний дес

Осенний дес заволосател.
В нем тень и сон и тишина.
Ни белка, ни сова, ни дятел
Его не будят ото сна.

И солнце по тропам осенним
В него входя на склоне дня,
Кругом косится с опасеньем
Не скрыта ли в нем заладня.

В нем топи, кочки и осины
И мхи и заросли ольхи
И где-то за лесной трясиной
Поют в селенье петухи.

Петух свой окрик прогорланит
И вот он вновь надолго смолк,
Как будто он раздумьем занят,
Какой в запевке этой толк.

Но где-то в дальнем закоулке
Прокукарает сосед.
Как часовой из караулки
Петух откликнется в ответ.

Он отзовется словно эхо
И вот, за пеухом петух
Отметят глоткою, как вехой,
Восток и запад, север, юг.

По петушиной перекличке
Расступится к опушке лес
И вновь увидит с непривычки
Поля и лаль и синь небес.




Leonid Osipovich Pasternak,
Junto a la ventana, Otoño 1913


BORIS PASTERNAK

Bosque otoñal


Está el bosque otoñal arrebujado.
Todo es sopor, sombra y silencio.
Ni ardilla ni lechuza o carpintero
Logran que se despierte de su sueño.

Y el sol que en los senderos otoñales
Se va adentrando al declinar el día
Espía cauteloso a un lado y otro
No sea que una trampa esté escondida.

Hay pantanos, montículos y líquenes,
Y unos boscajes de álamos y alisos,
Y detrás de las ciénagas del bosque
Cantan los gallos en el caserío.

Lanza un gallo, estentóreo, su llamado
Y luego, otra vez, calla largamente
Como si se quedara pensativo
Sobre el valor del canto precedente.

Pero un vecino hace quiquiriquí
Desde un rincón lejano.
Y como un centinela en su garita
Da su respuesta el gallo.

Responde como un eco, y otro gallo
A éste responde, y otro más a éste,
Y sus gargantas, cual mojones, marcan
El sur y el norte, oriente y occidente.

A ese reclamo en coro de los gallos
El bosque entreabre un claro en un extremo
Y allí descubre, cual por vez primera,
Los campos, la distancia, el hondo cielo.



Versión de P. A.
Alta Gracia, 19 de febrero, 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

ESTUDIOS DE LA LUZ

Nota preliminar y seis poemas





Nota preliminar


“LA vida sin amor es un calidoscopio sin luz”, escribió Goethe, y son palabras que han vuelto tantas veces a mi memoria desde que las leí en la adolescencia, como un estribillo que no podemos olvidar, que ya las siento parte de mis días. Por su presencia, por su ausencia, por su ascenso o descenso, la luz es el motivo central que recorre estos poemas, de tal manera que los textos pueden ser vistos como estudios o registros de las proyecciones de la luz, tanto en un sentido concreto cuanto en aquel sentido figurado, en el extraño prisma de la intimidad poética.

Cada vez que pienso en este “oficio o arte arisco”, por una vía u otra llega a mi mente la palabra epifanía, y de hecho creo no haber escrito un solo verso sin que antes no se haya producido en mí algún tipo de experiencia epifánica, alguna momentánea interrupción del curso del vivir en un remanso o remolino que imprevistamente abría la atención hacia una dimensión hasta entonces en sombras, sumergida, de lo real. En tales momentos, lo que era turbio se descubría nítido, aunque lo que de pronto relumbrara fuera el mismo transcurrir insensato de las horas.

Extraño título, podrá pensarse, para un libro de tonalidad más bien oscura. Si bien se mira, sin embargo, incluso los poemas más sombríos poseen una cierta irisación cromática. Seguramente, como en la imaginación de Horacio Castillo, aun en el infierno haya “un arco iris que refracta la niebla”. Y ya que he mencionado el sitio por el que todo hombre que ha vivido y amado sin duda transita repetidas veces en su existencia, recordemos que cuando Dante desciende del primero al segundo círculo, afirma, con magnífica metáfora: “Io venni in loco d’ogne luce muto” (“Llegué luego a un lugar mudo de luz”). Paradójicamente, esa tenebrosa mudez deslumbra poéticamente con una inolvidable evidencia verbal. Y es tal paradoja, me parece, la que hace que valga la pena persistir en el intento de extraer un poco de materia luminosa incluso de la más compacta opacidad.


P. A.
Alta Gracia, 9 de abril, 2008



*


Seis poemas



EL RUIDO DE LA SEGADORA



De pronto el ruido de la segadora
Se ha acallado, y entonces percibimos
Que nos ensordecía. Y entreoímos
En la mente el latido de esta hora
Silenciosa del campo… Hay una hora
Así en la vida, cuando lo que fuimos
Por años, se detiene, y descubrimos
Que esa voz que se apaga y se demora
Es la nuestra. Sentado en el sillón
De mimbre viejo en el umbral de casa
He traído de nuevo al corazón
Tanta cosa querida, y en la escasa
Luz del día he rezado una oración
Por vos, por mí, por lo que fue y ya pasa.


*


RECOLECCIÓN NOCTURNA



El ruido de los frenos en la noche,
Los gritos de los hombres, el crujido
De vidrios que se rompen, algún coche
Que toca la bocina, y el sonido
De las botas que corren en la escarcha;
La máquina que zumba y que rechina,
La voz que dice “¡Vamos!”, una marcha
Y el camión ya se pierde por la esquina.
Es la hora en que pasan por aquí
A buscar la basura. Son las dos,
Y ahora hay silencio y luna y soledad.
Yo pienso en otra calle en la ciudad
Donde aún no han llegado. Pienso en vos
Y en la casa, la nuestra, en que viví.


*


NOCHES DE INVIERNO



Salvo por el talento
Ya me voy pareciendo
A esos viejos poetas orientales
Que transformaban su melancolía
En monedas de luna
Que valen lo que entonces ya valían
No obstante siglos de devaluaciones.

Salvo por el talento, digo, entonces
Me parezco en las noches
Que paso junto al halo de la lámpara
Y al calor de los leños
Tomando té y hablando
A solas con los vivos y los muertos.

De todas estas horas, ya lo sé,
En excesiva intimidad
Con el silencio,
Me queda lo que queda en el hogar
Cuando despunta el alba.
                                               ¡Pero cuánto
Que ha ardido la madera del alma en esas llamas,
Cuánto universo amado y consumido
En pensativo sueño, mientras gira
Este cielo del sur en la ventana
Hacia otros horizontes de luz y de ceniza!

Yo sé muy bien que nada
De mí puede quedar, pero en las noches
Soy un viejo poeta que amoneda
La pena y la alegría de vivir
En transitoria eternidad de luna
Que se extingue en el sol de la mañana.
No puedo pedir más, salvo el talento.


*


LA CITA


"Para empezar mi vida
estoy como a la espera de un prodigio."
Fernández Moreno


Para empezar mi vida
Estoy como a la espera de un prodigio,
Me dijiste, y no supe
Reconocer la voz
Querida del maestro
Que me hablaba en tu voz.

Me consuelo pensando que tal vez
En algo así consista
El prodigio esperado:
Escuchar las palabras más sabidas
Como si nunca antes
Hubieran sido pronunciadas.

Un prodigio, que el mundo hable de nuevo
A través de tus labios, en tu voz.


*


ENVÍO



Porque no puedo verte, ni escucharte,
Y a solas en la noche, junto al fuego,
Te extraño, es que te escribo, como un ruego
A un dios ausente, o un poema sin arte.
Las palabras no pueden alcanzarte
Pero simulo un silencioso juego
Donde lo que no digo te lo entrego
Y te acaricio en sueños, sin rozarte.
Poesía, mi vida, fuego inverso
Que devuelves el humo hacia la llama
Y la llama a su leño y a su fronda,
Vuela a su oído y dile que la ama
El hombre solitario que en la honda
Noche abraza en su ausencia el universo.



*
 
 
 
AMANECE



La luz leve del día en la ventana,
La cama con las sábanas caídas,
Libros, vasos, colillas, desvaídas
Esencias de sahumerio y marihuana.
Lentamente se enciende la mañana
En el espejo: vuelven las perdidas
Formas, desde el cristal, a sus sabidas
Dimensiones; la sombra se hace humana.
La cabellera negra en la blancura
De la almohada, una pierna entrelazada
A otra, el brazo en torno a una cintura
Y dos bocas que alientan cadenciosas…
Calla el mundo. La angustia, arrodillada,
Vela sobre las frentes silenciosas.



[De: Estudios de la luz, Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, España, 2010]