Guido Gozzano
(1883-1916)
TOTÒ MERÙMENI
Totò Merùmeni
I
Con su jardín inculto, sus salones, sus bellos
balcones del Seicientos cubiertos de espesura,
la Villa se diría salida de unos versos
míos, la Villa-tipo del Libro de Lectura...
Piensa en días mejores la Villa triste, piensa
alegres grupos bajo los troncos centenarios,
banquetes señoriales en una sala inmensa,
danzas en los salones que vació el anticuario...
Pero allí donde antaño llegaban los Ansaldo,
los Rattazzi, d’Azeglio, o los Oddone, clava
el freno un automóvil chirriando y corcoveando,
e hirsutos forasteros hacen sonar la aldaba.
Se oye un ladrido, pasos, cautamente se entreabre
la puerta... En un silencio de claustros o cuarteles
vive Totò Merùmeni, a solas con la madre
enferma, una canosa tía, un tío demente.
II
Veinticinco años tiene Totò, un temple altanero,
mucha cultura y gusto por obras de la imprenta,
poco cerebro, poca moral y una tremenda
clarividencia: un hijo cabal de nuestro tiempo.
No siendo rico, a la hora de “vender palabritas”
(¡ah, su Petrarca!), hacerse periodista o canalla,
Totò eligió el exilio. Y en libertad medita
sus fallas, que será mejor dejar calladas.
No es malo. Da dineros al pobre, y al amigo
le envía una canasta con fruta de estación.
No es malo. Ayuda con su redacción al niño,
al que emigra con cartas de recomendación.
Si es gélido y consciente de sí y de sus culpas,
no es malo. Es aquel bueno que escarnecía Nietzsche:
“...realmente yo me río del inepto que dice
que es bueno, porque tiene muy débiles las uñas...”
Tras el estudio grave, baja al jardín y una hora
juega con sus amigos en la amena gramilla;
son sus dulces amigos: una corneja ronca,
un gatito, una mona llamada Makakita...
III
La Vida no cumplió ni una sola promesa.
Él soñó durante años un Amor siempre ausente,
soñó, por su desgracia, con actrices, princesas,
y hoy es la cocinera su amante adolescente.
Cuando la casa duerme, la muchacha descalza,
fresca como una fruta húmeda de rocío,
va hasta su cuarto, lo besa en la boca, salta
sobre él, que la posee, beatífico y supino...
IV
Es que Totò no siente. Un lento mal indómito
secó las primigenias fuentes del sentimiento;
los sofismas y análisis hicieron de este hombre
lo que las llamas hacen de un edificio al viento.
Pero como las ruinas que han ardido en la hoguera
muestran irisaciones de hermosas, vivas flores,
esta alma calcinada poco a poco gotea
floraciones de exangües versos consoladores...
V
Así Totò Merùmeni, luego de tristes casos,
casi es feliz. Alterna rima y filosofía.
Encerrado en sí, piensa, se cultiva, ha sondeado
la vida del Espíritu, que antes no comprendía.
Porque la voz es poca, y el arte de su alma
inmenso, porque el Tiempo —¡mientras yo hablo!— se va,
Totò se está apartado, sonríe, espera en calma.
Y vive. Un día ha nacido. Un día morirá.
NOTAS
1. El nombre, Totò Merùmeni, irónicamente deformado, corresponde al título de una comedia del poeta latino Terencio, Heautontimorumenos, transcripción de un término griego que significa "el que se castiga a sí mismo". El antecedente más próximo, sin embargo, se encuentra en un poema de Baudelaire, "L'Héautontimorouménos", de Las flores del mal.
2. En la segunda sección del poema, la mención de Petrarca ("¡ah, su Petrarca!") se relaciona con el poema CCCLX de las Rime de este poeta: "Questi in sua prima età fu dato a l'arte / di vender parolette, anzi menzogne..." ["Éste en temprana edad se entregó al arte / de vender palabritas, o patrañas..."]. Petrarca alude a la abogacía (y recordemos que Guido Gozzano estudió Derecho, y abogado se define a sí mismo el yo lírico tanto en su poema "Los dos caminos" como en el célebre "La Señorita Felicita").
3. En la segunda estrofa de la segunda sección, los versos "Y en libertad medita / sus fallas, que será mejor dejar calladas" pueden relacionarse con el verso 104 del canto IV del Infierno de Dante: "parlando cose che il tacere è bello" ["hablando cosas que el callar es bello"]. También con las Rime, CIV, 28: "la vide in parte che il tacere è bello" ["la vi donde es mejor dejar callado"].
4. "Es aquel bueno que escarnecía Nietzsche": alusión al capítulo "De los sublimes", en Así habló Zarathustra.
5. En la última sección del poema, "porque el Tiempo -¡mientras yo hablo!- se va" es recreación del petrarquista "ora, mentre ch'io parlo, il tempo fugge" ["ahora, mientras hablo, el tiempo huye"], Rime, LVI, 3.
6. El último verso, "Y vive. Un día ha nacido. Un día morirá.", remite al poema "Il s'occupe" de De l'Angélus de l'aube à l'Angélus du soir de Francis Jammes: "Il est né un jour. Un autre jour il mourra."
[Versión de P. A.
Alta Gracia, marzo de 2003]
Totò Merùmeni
I
Col suo giardino incolto, le sale vaste, i bei
balconi secentisti guarniti di verzura,
la villa sembra tolta da certi versi miei,
sembra la villa-tipo, del Libro di Lettura...
Pensa migliori giorni la villa triste, pensa
gaie brigate sotto gli alberi centenari,
banchetti illustri nella sala da pranzo immensa
e danze nel salone spoglio da gli antiquari.
Ma dove in altri tempi giungeva Casa Ansaldo,
Casa Rattazzi, Casa d’Azeglio, Casa Oddone,
s’arresta un’automobile fremendo e sobbalzando,
villosi forestieri picchiano la gorgòne.
S’ode un latrato e un passo, si schiude cautamente
la porta... In quel silenzio di chiostro e di caserma
vive Totò Merùmeni con una madre inferma,
una prozia canuta ed uno zio demente.
II
Totò ha venticinque anni, tempra sdegnosa,
molta cultura e gusto in opere d’inchiostro,
scarso cervello, scarsa morale, spaventosa
chiaroveggenza: è il vero figlio del tempo nostro.
Non ricco, giunta l’ora di “vender parolette”
(il suo Petrarca!...) e farsi baratto o gazzettiere,
Totò scelse l’esilio. E in libertà riflette
ai suoi trascorsi che sarà bello tacere.
Non è cattivo. Manda soccorso di danaro
al povero, all’amico un cesto di primizie;
non è cattivo. A lui ricorre lo scolaro
pel tema, l’emigrante per le commendatizie.
Gelido, consapevole di sé e dei suoi torti,
non è cattivo. È il buono che derideva il Nietzsche
“...in verità derido l’inetto che si dice
buono, perché non ha l’ugne abbastanza forti...”
Dopo lo studio grave, scende in giardino, gioca
coi suoi dolci compagni sull’erba che l’invita;
i suoi compagni sono: una ghiandaia rôca,
un micio, una bertuccia che ha nome Makakita...
III
La Vita si ritolse tute le sue promesse.
Egli sognò per anni l’Amore che non venne,
sognò pel suo martirio attrici e principesse
ed oggi ha per amante la cuoca diciottenne.
Quando la casa dorme, la giovinetta scalza,
fresca come una prugna al gelo mattutino,
giunge nella sua stanza, lo bacia in bocca, balza
su lui che la possiede, beato e resupino...
IV
Totò non può sentire. Un lento male indomo
inaridí le fonti prime del sentimento;
l’analisi e il sofisma fecero di quest’uomo
ciò che le fiamme fanno d’un edificio al vento.
Ma come le ruine che già seppero il fuoco
esprimono i giaggioli dai bei vividi fiori,
quell’anima riarsa esprime a poco a poco
una fiorita d’ésili versi consolatori...
V
Cosí Totò Merùmeni, dopo tristi vicende,
quasi è felice. Alterna l’indagine e la rima.
Chiuso in se stesso, medita, s’accresce, esplora, intende
la vita dello Spirito che non intese prima.
Perché la voce è poca, e l’arte prediletta
Immensa, perché il Tempo —mentre ch’io parlo!— va,
Totò opra in disparte, sorride, e meglio aspetta.
E vive. Un giorno è nato. Un giorno morirà.
[Texto italiano en: Guido Gozzano, Poesie,
Introduzione e note di Giorgio Bárberi Squarotti,
Biblioteca Universale Rizzoli, Milán, 1993]