Cesare Pavese
Poética
Poética
El chico
se dio cuenta que el árbol está vivo.
Si las
frágiles hojas a la fuerza se abren
una luz,
desgarrando despiadadas la dura
corteza,
ha de tener que sufrir demasiado.
Y sin
embargo vive en silencio. Está todo,
todo el
mundo poblado de plantas que padecen
en la
luz, y no se oye ni siquiera un suspiro.
Es una
tierna luz. El chico aún no sabe
de dónde
viene, ya es de tarde; no obstante,
cada
tronco resalta sobre un mágico fondo.
Un
instante después ha oscurecido.
El chico
―hay quienes siguen por demasiado tiempo
niños―
que le tenía miedo a la oscuridad,
va por
las calles sin atender a las casas
que
ensombrece el crepúsculo. Ladea la cabeza
para oír
un recuerdo remoto. Están las calles
desiertas
como plazas, y hay un grave silencio
que se
adensa. El peatón podría hallarse solo
en un
bosque de árboles enormes. Ya la luz
con un
temblor recorre los faroles. Las casas
enceguecidas
lucen en el vapor azul
y el
chico alza los ojos. Es el mismo silencio
remoto
que apretaba el aliento al peatón
éste que
ha florecido en la luz imprevista.
Son los
antiguos árboles del chico. Y es la luz
ese
encanto de entonces.
En
el diáfano círculo,
alguien
pasa en silencio. Nunca nadie en las calles
revela
aquella pena que le muerde la vida.
Y van
todos ligeros, cada cual pasa absorto
en su
paso, y vacilan grandes sombras. Los rostros
tienen
hondas estrías y dolientes ojeras,
pero
nadie se queja. En la luz azulada,
mientras
dura la noche, vagan entre las casas
sin fin,
como si fueran por el medio de un bosque.
Cesare Pavese
[Versión
de P. A.
Ranchos, 02-I-19]
*
Poetica
Il ragazzo s’è accorto che l’albero vive.
Se le tenere foglie si schiudono a forza
una luce, rompendo spietate, la dura corteccia
deve troppo soffrire. Pure vive in silenzio.
Tutto il mondo è coperto di piante che soffrono
nella luce, e non s’ode nemmeno un sospiro.
È una tenera luce. Il ragazzo non sa
donde venga, è già sera; ma ogni tronco rileva
sopra un magico fondo. Dopo un attimo è buio.
Il ragazzo – qualcuno rimane ragazzo
troppo tempo – che aveva paura dei buio,
va per strada e non bada alle case imbrunite
nel crepuscolo. Piega la testa in ascolto
di un ricordo remoto. Nelle strade deserte
come piazze, s’accumula un grave silenzio.
Il passante potrebbe esser solo in un bosco,
dove gli alberi fossero enormi. La luce
con un brivido corre i lampioni. Le case
abbagliate traspaiono nel vapore azzurrino,
e il ragazzo alza gli occhi. Quel silenzio remoto
che stringeva il respiro al passante, è fiorito
nella luce improvvisa. Sono gli alberi antichi
del ragazzo. E la luce è l’incanto d’allora.
E comincia, nel diafano cerchio, qualcuno
a passare in silenzio. Per la strada nessuno
mai rivela la pena che gli morde la vita.
Vanno svelti, ciascuno come assorto nel passo,
e grandi ombre barcollano. Hanno visi solcati
e le occhiaie dolenti, ma nessuno si lagna.
Tutta quanta la notte, nella luce azzurrina,
vanno come in un bosco, tra le case infinite.
Cesare Pavese
[De “Poesie del disamore e altre poesie disperse”,
“Opere di Cesare Pavese”, vol. 11, Einaudi, Torino, 1982]
No hay comentarios:
Publicar un comentario