Guido Cavalcanti
Porque no
espero ya volver jamás…
Porque no espero ya volver jamás…
Porque no
espero ya volver jamás,
Baladilla,
a Toscana,
Vé tú,
ligera y llana,
Hacia la
dama mía,
Que por
su cortesía
Te tendrá
en alto honor.
Le
llevarás noticias de suspiros,
Nuevas de
angustias, llenas de tristeza;
Pero
cuida que nadie te descubra
Que sea
hostil a la humana gentileza:
Sin duda,
para mi gran desventura
Serías
perseguida,
E incluso
reprendida
Por ella,
aún peor dolor,
Que
después de la muerte, todavía
Llanto y
nuevo dolor.
Tú
sientes, baladilla, que la muerte
Me ahoga,
y ya la vida me abandona;
Sientes
que el corazón batalla fuerte
Por el
que todo espíritu razona.
Tan
destruida está ya mi persona,
Más no
puedo sufrir:
Si me
quieres servir,
Lleva el
alma contigo
(De esto
mucho te ruego)
Cuando
deje mi cuerpo.
Ay,
baladilla mía, a tu amistad
Esta
ánima que tiembla le encomiendo:
Contigo
llévala, por tu piedad,
A esa
bella mujer a quien te mando.
Vé,
baladilla, y dile suspirando,
Cuando le
estés presente:
"Esta
vuestra sirviente
A estar
viene con vos,
La envía
el corazón
Que fue
siervo de Amor".
Y tú, mi
débil voz atribulada,
Que brota
en llanto el corazón doliente,
Vé con el
alma y con nuestra balada
Diciendo
de esta destruida mente.
Hallarás
a una dama tan hermosa,
De tan
dulce intelecto,
Que será
tu dilecto
Deleite
estar con ella a toda hora.
Alma mía,
y tú, adórala
En su
valor, por siempre.
Guido Cavalcanti
(Florencia,
1255-1300)
[Versión
de P. A.
Córdoba, 01-VI-21]
*
Perch’i’ non spero di tornar giammai...
Perch’i’ non spero di tornar giammai,
Ballatetta, in Toscana,
Va tu, leggera e piana,
Dritt’a la donna mia
Che per sua cortesia
Ti farà molto onore.
Tu porterai novelle di sospiri,
Piene di doglia e di molta paura;
Ma guarda che persona non ti miri
Che sia nemica di gentil natura,
Chè certo per la mia disaventura
Tu saresti contesa,
Tanto da lei ripresa,
Che mi sarebbe angoscia,
Dopo la morte, poscia,
Pianto e novel dolore.
Tu senti, ballatetta, che la morte
Mi stringe sì, che vita m’abbandona,
E senti come ’l cor si sbatte forte
Per quel che ciascun spirito ragiona.
Tanto è distrutta già la mia persona
Ch’i’ non posso soffrire:
Se tu mi vuo’ servire
Mena l’anima teco
(Molto di ciò ti preco)
Quando uscirà del core.
Deh ballatetta, alla tua amistate
Quest’anima che trema raccomando:
Menala teco nella sua pietate,
A quella bella donna a cui ti mando.
Deh, ballatetta, dille sospirando
Quando le se’ presente:
"Questa vostra servente
Viene per star con vui,
Partita da colui
Che fu servo d’Amore."
Tu, voce sbigottita e deboletta,
Ch’esci piangendo de lo cor dolente,
Coll’anima e con questa ballatetta
Va ragionando della strutta mente,
Voi troverete una donna piacente
Di sì dolce intelletto
Che vi sarà diletto
Davanti starle ognora.
Anim’, e tu l’adora
Sempre nel su’ valore.
Guido Cavalcanti
(Firenze, 1255-1300)
[Antologia della
poesia italiana.
Dalle
origini al Trecento, vol. 2,
a cura di Alfredo Giuliani,
Feltrinelli,
Milano, 1975]
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