viernes, 13 de diciembre de 2019



Cesare Pavese

El vino triste


Paul Cézanne, "Fumador"


El vino triste

Lo que cuesta es sentarse sin hacerse notar.
Todo el resto después viene solo. Tres sorbos
y regresa el deseo del pensamiento a solas.
Se extiende un horizonte de lejanos rumores,
cada cosa se esfuma, y se vuelve un milagro
estar vivo y mirar el vaso. Y el trabajo
(el hombre solitario no puede no pensar en el trabajo)
vuelve a ser el antiguo destino que es hermoso padecer
para poder pensarlo. Luego los ojos miran fijamente
en el aire, dolientes, como si fueran ciegos.

Si este hombre se levanta y va a casa a dormir,
parece un ciego que se ha perdido en la calle.
Puede salir cualquiera de un rincón y apalearlo.
Una joven y hermosa mujer puede salir
y tirarse en la calle bajo un hombre, gimiendo
como gemía en un tiempo con él una mujer.
Pero este hombre no ve. Va a su casa a dormir
y la vida no es más que un rumor de silencio.

Lo desnudan a este hombre unos miembros exhaustos
con pelambre brutal, aquí y allá. ¿Y quién
diría que en este hombre transcurren tibias venas
donde en un tiempo ardía la vida? Nadie ahora
creería que un tiempo una mujer acariciara
ese cuerpo, y besara ese cuerpo, que tiembla,
y lo mojara en lágrimas, ahora que ese hombre,
llega a casa a dormir, no puede, pero gime.

Cesare Pavese

[Versión de P. A.
Villa Dolores, 13-XII-19]

*

Il vino triste

La fatica è sedersi senza farsi notare.
Tutto il resto poi viene da sé. Tre sorsate
e ritorna la voglia di pensarci da solo.
Si spalanca uno sfondo di lontani ronzii,
ogni cosa si sperde, e diventa un miracolo
esser nato e guardare il bicchiere. Il lavoro
(l’uomo solo non può non pensare al lavoro)
ridiventa l’antico destino che è bello soffrire
per poterci pensare. Poi gli occhi si fissano
a mezz’aria, dolenti, come fossero ciechi.

Se quest’uomo si rialza e va a casa a dormire,
pare un cieco che ha perso la strada. Chiunque
può sbucare da un angolo e pestarlo di colpi.
Può sbucare una donna e distendersi in strada,
bella e giovane, sotto un altr’uomo, gemendo
come un tempo una donna gemeva con lui.
Ma quest’uomo non vede. Va a casa a dormire
e la vita non è che un ronzio di silenzio.

A spogliarlo, quest’uomo, si trovano membra sfinite
e del pelo brutale, qua e là. Chi direbbe
che in quest’uomo trascorrono tiepide vene
dove un tempo la vita bruciava? Nessuno
crederebbe che un tempo una donna abbia fatto carezze
su quel corpo e baciato quel corpo, che trema,
e bagnato di lacrime, adesso che l’uomo
giunto a casa a dormire, non riesce, ma geme.

Cesare Pavese

[“Poesie del disamore (1934-1938),
en Poesie del disamore, Einaudi, Torino, 1982]

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