Carta a los amigos poetas
Carta
a los amigos poetas
¿En dónde, dónde
están, viejos amigos
De la vida? ¿Por qué
tanto silencio?
Pensamos diferente,
pareciera,
Sobre lo que es mejor
para el país,
Pero esto, ¿es
suficiente, mis amigos?
Estoy solo en mi
casa, estoy pensando
En ustedes, y afuera
pasa el tiempo
Que no vuelve, río
abajo, en La Cañada,
Pasa la tarde, se
oscurece el cielo,
Y las luces se
encienden en las calles
Y en las ventanas, y
también en lo alto
Brotan, una tras
otra, las estrellas,
Como siempre, y
escucho las campanas
De la iglesia vecina,
como siempre
Suenan a esta hora,
como si llegaran
Desde otra edad, tal
vez la eternidad
Vuelta sonido, la
inimaginable:
Yo en mi pequeño
cuarto y mi pequeño
Instante de
existencia, fumo y tomo
Café, ya saben, mis
pequeños vicios
De siempre, en fin,
que me acompañan
En el silencio y en
la soledad
Para pensar, para
sentir mejor
Y resistir al sueño y
al vacío
Que llama desde el
hueco en la ventana:
Y ustedes, mis
amigos, ¿dónde están?
¿Qué ha cambiado en
todos estos años
Que nos volvimos
irreconocibles?
Hasta ayer nos unía
la poesía,
Nos unían los días y
las noches
En torno de una mesa,
conversando
De esto y lo otro, de
los hijos
Y los padres, del
tiempo, del amor
Y los amores, de un
amigo muerto
Y de otro vivo, del
dolor y el gozo
De estar aún sobre la
tierra y ver
Cómo se abren los
brotes en las ramas
Y brotan en la tarde
las estrellas
A la hora en que
doblan las campanas,
De unos
versos queridos ― de la vida,
En fin, y la poesía,
nuestra vida:
¿Todo esto se ha
perdido para siempre,
Todo esto ya no es
más lo que solía
Ser, como entonces,
como ayer, amigos?
P. A.
Córdoba, 31-VIII-15