Camillo Sbarbaro
Padre,
incluso si tú no fueras mi…
Padre,
incluso si tú no fueras mi
padre,
aunque fueras para mí un extraño,
por ti
mismo igualmente te amaría.
Porque
recuerdo el día, una mañana
de invierno,
cuando en el opuesto muro
la
primera violeta descubriste
por la
ventana, y esa buena nueva
nos
diste alegre. Luego la escalera
de
madera cargaste sobre el hombro,
saliste
de la casa y la apoyaste
en la
pared. Nosotros, los pequeños,
nos
asomábamos a la ventana.
Y de
aquella otra vez me acuerdo siempre
en que
mi hermana, niña todavía,
seguías
por la casa, amenazante
(la
pícara había hecho no sé qué).
Al alcanzarla
(ella chillaba mucho
del
miedo), el corazón se te ablandaba:
que a ti
mismo habías visto perseguir
a tu
pequeña hija, y toda temerosa
al pecho
la estrechabas, vacilante,
y entre
tus brazos la envolvías
y
acariciabas como si quisieras
defenderla
de ti, de ese malvado
que eras
tú mismo unos segundos antes.
Padre,
incluso si tú no fueras mi
padre,
aunque fueras para mí un extraño,
entre
todos los hombres ya por tu
corazón
niño te amaría tanto.
Camillo Sbarbaro
[Versión
de P. A.
Villa Dolores, 28-IX-18]
*
Padre, se anche tu non fossi il mio
Padre se anche fossi a me un estraneo,
per te stesso egualmente t’amerei.
Ché mi ricordo d’un mattin d’inverno
Che la prima viola sull’opposto
Muro scopristi dalla tua finestra
E ce ne desti la novella allegro.
Poi la scala di legno tolta in spalla
Di casa uscisti e l’appoggiasti al muro.
Noi piccoli stavamo alla finestra.
E di quell’altra volta mi ricordo
Che la sorella mia piccola ancora
Per la casa inseguivi minacciando
(la caparbia aveva fatto non so che).
Ma raggiuntala che strillava forte
Dalla paura ti mancava il cuore:
ché avevi visto te inseguir la tua
piccola figlia, e tutta spaventata
tu vacillante l’attiravi al petto,
e con carezze dentro le tue braccia
l’avviluppavi come per difenderla
da quel cattivo che eri il tu di prima.
Padre, se anche tu non fossi il mio
Padre, se anche fossi a me un estraneo,
fra tutti quanti gli uomini già tanto
pel tuo cuore fanciullo t’amerei.
Camillo Sbarbaro
[De “Pianissimo”,
Edizioni della “Voce”, Firenze, 1914]
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