domingo, 19 de julio de 2020



Vladimir Maiakovski

Amor

Versos del poema Amor
y comentario de Alfonso Berardinelli




Amor

Tal vez,
              quizás
                         un día
          por alguna alameda del zoológico
ella,
         ella que amó a los animales,
entrará en el jardín,
sonriente,
                como en la foto encima de la mesa.
Ella es tan bella
                           que renacerá sin duda.
Vuestro
             siglo Treinta
                                 superará el enjambre
de minucias que el corazón destrozan.
Entonces nos recompensaremos
                                                  del amor no vivido
en infinitas noches estrelladas.
¡Resucítame,
                     aunque más no sea porque
                                                               como un poeta
te he esperado
repudiando el absurdo de los días!
¡Resucítame,
                     aunque más no sea por esto!
¡Resucítame:
                     quiero vivir toda mi vida!

[…]

1923

Vladimir Maiakovski

[Versión de P. A.
Córdoba, 19-VII-20]

*

Любовь

Может,
             может быть,
                                   когда-нибудь
                   дорожкой зоологических аллей
и она —
             она зверей любила —
                                                 тоже ступит в сад,
улыбаясь,
                 вот такая,
                                  как на карточке в столе.
Она красивая —
                             ее, наверно, воскресят.
Ваш
        тридцатый век
                                  обгонит стаи
сердце раздиравших мелочей.
Нынче недолюбленное
                                        наверстаем
звездностью бесчисленных ночей.
Воскреси
                 хотя б за то,
                                      что я
                                               поэтом
ждал тебя,
                  откинул будничную чушь!
Воскреси меня
                          хотя б за это!
Воскреси —
                      свое дожить хочу!

[…]

1923

Владимир Маяковский

*

Si Eliot era atormentado por el retorno del pasado, por la presencia del pasado en el presente y por la tradición, Maiakovski fue devorado por la revolución y por el futuro ("Arruinado por el futuro", dice Pasternak). Para Eliot el presente no se mantiene en pie sin el pasado. Para Maiakovski el presente no tiene sentido y no se sostiene sobre sus piernas sin el futuro. El futuro fue todo para Maiakovski: nueva humanidad, integración de todos los ámbitos de la vida que la opresión secular y la hipocresía burguesa han separado. Bolcheviquismo y Cubo-Futurismo debían ser una cosa sola, forma sustancial y sustancia formal de la nueva cultura soviética.
La obra y la vida de Maiakovski son un ciclón en el cual nada puede entrar si no es en virtud de un excepcional dinamismo, el de su personalidad y de los años revolucionarios en los que vivió: desde cuando, adolescente, abandona la escuela para hacerse revolucionario, hasta el día de su suicidio, a los treintaiséis años, en 1930 (un tiro de pistola en el corazón, después de una pelea con la joven actriz Veronika Polonskaia). Maiakovski trabaja para su arte revolucionario como un titán infatigable, como un niño que no ha aprendido a controlar la medida de los propios gestos y que se mueve imaginando que a su alrededor hay un espacio sin límites. Excesivo, grotesco, tierno, impiadosamente satírico, escribe y dibuja poemas, viñetas, eslóganes, manifiestos, obras teatrales. Lo que siempre tenía delante de los ojos, viviendo y escribiendo, era una visión desmesurada, un juego pirotécnico de dimensiones cósmicas. O bien era la espera de la resurrección, una resurrección terrestre, física, que los científicos omnipotentes del futuro le regalarían. Lo harán callar la agonía de la revolución, la agonía del amor y un espacio social y político que para él y para los artistas había parecido momentáneamente enorme, pero que se reduce, en el curso de los años 20, a una prisión burocrática.
En el poema "De esto" (que concluye con la sección "Amor", aquí presentada), escrito en 1922-1923, Maiakovski se dirige al científico del futuro que finalmente tendrá el poder de devolver la vida a los muertos. Le ruega no olvidarlo, no pasarlo por alto cuando encuentre su nombre: "¡Hazme resucitar!". Es una plegaria encarecida, infantil, llena de amor por ella (Lili Brik), llena de amor a sí mismo (Volodia Maiakovski). El futuro devoraba el presente y el presente se volvía cada vez más estrecho. El último año de su vida será un año de desilusiones, de fracasos, de cansancios. Amores infelices, dificultades con la cultura oficial, y el eterno estribillo, cada vez más insistente: "Las masas no te entienden". Un lunes de marzo, en 1930, por la mañana, Maiakovski quería que Veronika Polonskaia se quedara con él, pero ella tenía que correr al teatro: "Cuando una ha logrado conquistar un trabajo interesante como el del Teatro del Arte no puede convertirse en la esposa de un marido, aunque se trate de un gran hombre como Maiakovski [...] Me fui. Estaba a pocos pasos del portón. Oí un disparo. Me fallaron las piernas, comencé a gritar". Dos días antes, aquel que Stalin definirá "el más grande poeta de nuestra época soviética", había escrito en su última carta: "Si muero no culpen a nadie. Y, por favor, nada de chismes. El difunto no podía soportarlos [...] La barca del amor se ha estrellado contra la vida de todos los días [...] Ustedes que siguen vivos, que sean felices". La conclusión que quiso fue ésta.

Alfonso Berardinelli

[Traducción de P. A.
De: Alfonso Berardinelli, “Cento poeti”
Mondadori, Milano, 1991, págs. 194-196]

1 comentario:

  1. ¡Hermoso poema y traducción, Pablo!
    Voy a venir más seguido por aquí.

    ¡Felicitaciones!

    Me quedé reflexionando sobre la ventaja o desventaja para el lector al ubicar de esa manera los versos... Me gustaría saber tu opinión al respecto.

    Saludos.

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