Mostrando entradas con la etiqueta Estudios de la luz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Estudios de la luz. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de julio de 2019



Tres poemas de Estudios de la luz
en versiones de João Filho


João Filho
(Fotografía de Allex Leilla)



PELA JANELA

A vida nos dá, às vezes, demasiada
Felicidade. Por acaso, esta manhã
(Punho com mão há anos tão fechada 
Que abre sua palma à luz da lonjura):

Felicidade feita, sim, de quase nada,
Desse sol sobre as árvores, da vã
Sombra de fumo do cachimbo e a azulada
Serrania que a janela emoldura...

Aqui eu sou o de sempre, pouca coisa 
Que transfigura às vezes a poesia.
Aquele que olha transcorrer a prosa

Do seu desassossego noite e dia,
Observa a aurora da janela, a rosa
Que tinge o mundo e chora de alegria.


POR LA VENTANA

Nos da la vida, a veces, demasiada
Felicidad. Por caso, esta mañana
(Mano en puño por años apretada
Que abre su palma hacia la luz lejana):

Felicidad hecha de casi nada,
De sol sobre los árboles, de vana
Sombra de humo de pipa y azulada
Serranía que enmarca la ventana...

Yo aquí soy el de siempre, poca cosa
Que transfigura a veces la poesía.
Soy el que mira transcurrir la prosa

De su desasosiego noche y día
Y un alba observa por el vidrio el rosa
Que tiñe el mundo y llora de alegría.

*

A CASA

Eu já tive uma casa,
Uma mulher amada e também filhos,
O pátio com o seu céu e com seus pássaros
Habituais, ameixas e um fícus.

Eu já tive uma casa
Onde passar as noites invernais
Junto ao fogo, lendo, com Arintha,
A dálmata, estendida ante meus pés.

Eu sei que nessa casa
Fui feliz, como pode ser um homem
Que viveu espreitando sempre a frincha

Do seu desassossego. E bem de fora
Olho agora as janelas, e essa porta
Que cindiu minha vida em dois pedaços.


LA CASA

Yo he tenido una casa,
Una mujer amada y unos hijos,
El patio con su cielo, con los pájaros
Habituales, ciruelo y liquidámbar.

Yo he tenido una casa
Donde pasar las noches del invierno
Junto al fuego, leyendo, con Arintha,
La dálmata, tendida ante mis pies.

Yo sé que en esa casa
Fui feliz, como puede serlo un hombre
Que ha vivido asomado siempre al vidrio

De su desasosiego. Miro ahora
De afuera las ventanas, y esa puerta
Que dividió mi vida en dos mitades.

*

ENVIO

Porque não posso ver-te, nem escutar-te,
E sozinho na noite, junto ao fogo,
Te estranho, assim te escrevo, como um rogo
A um deus ausente, ou um poema sem arte.

As palavras não podem alcançar-te,
Porém simulo um silencioso jogo
Onde aquilo que não digo, devolvo e
Te acaricio em sonhos, sem roçar-te.  

Minha vida: poesia, fogo inverso
Retornando a fumaça para a chama
E a chama ao seu lenho e a sua folhagem,

Pois voa ao seu ouvido e diz que a ama
O homem solitário que na densa
Noite abraça em sua ausência o universo.


ENVÍO

Porque no puedo verte, ni escucharte,
Y a solas en la noche, junto al fuego,
Te extraño, es que te escribo, como un ruego
A un dios ausente, o un poema sin arte.

Las palabras no pueden alcanzarte
Pero simulo un silencioso juego
Donde lo que no digo te lo entrego
Y te acaricio en sueños, sin rozarte.

Poesía, mi vida, fuego inverso
Que devuelves el humo hacia la llama
Y la llama a su leño y a su fronda,

Vuela a su oído y dile que la ama
El hombre solitario que en la honda
Noche abraza en su ausencia el universo.

Pablo Anadón 

[De: Estudios de la luz (2005-2007),
Editorial Pre-textos, Valencia, 2010]

Versiones al portugués de João Filho
(Junio, 2012)



miércoles, 7 de agosto de 2013

Tres viejos poemas
para mi hija Mariana
hoy, en su cumpleaños



  
Estampa de Mariana al despertar


Aquí llega Mariana, la pequeña,
medio trastabillante,
con el pelo revuelto
y su trapo del sueño en una mano;

asoman bajo el camisón
piernitas finas y grandes pantuflas
con cara de oso:
me ha dado un beso y sigue

por el pasillo oscuro, restregándose
los ojos con el dorso de la mano,
hacia el sol que deslumbra en la cocina
a tomar su tazón del desayuno

cantando la canción de Manuelita.


*


Invierno

a Francisco, Irene, Mariana

Y los hijos se alejan
hacia la escuela, bajo el mediodía
de invierno. Nos quedamos
en una esquina con la más pequeña,
mientras los otros dos se van por la avenida:
cada tanto se vuelven y saludan.

Los miramos callados, con un poco
de frío. Luego, regresamos
dando un rodeo por la orilla del arroyo,
mientras juntamos las ramitas secas
y la corteza de los eucaliptos

(chisporrotea arriba,
entre el oleaje opaco de las hojas y el cielo,
verde y oro, un delirio
de loros alarmados):

así, cuando esta tarde lleguen
de la escuela los chicos
con la mochila a cuestas
frotándose las manos ateridas
y abran la puerta dándose empujones,
encontrarán, como una bienvenida,
las llamas rojas en el hueco negro,
el olor y el crujido de la leña,
un poco de calor y un resplandor
que a lo mejor les dure, ya olvidados,
para toda la vida.


*


La taza azul

a Mariana

A esta tacita de café
del mediodía y de la medianoche
algún otro poeta de más genio
debería escribirle su elogio merecido.

A mí el aliento
apenas si me alcanza
para decir el sorbo de alegría
que le agrega a mi vida diariamente.

Un poco de café
con su hebra vaga de humo,
y el alma sin sosiego se hace amiga
del tiempo, de las horas sin sentido.

(Si además el pocillo
llega en las manos de una niña,
ya se parece a la felicidad).


P. A.

[Poemas de los libros
El trabajo de las horas (1994-2004),
Ediciones del Copista, Colección “Fénix”, Córdoba, 2006,
y Estudios de la luz (2005-2007),
Editorial Pre-textos, Colección “Cruz del Sur”, Valencia, 2010]

domingo, 11 de septiembre de 2011

ESTUDIOS DE LA LUZ

Nota preliminar y seis poemas





Nota preliminar


“LA vida sin amor es un calidoscopio sin luz”, escribió Goethe, y son palabras que han vuelto tantas veces a mi memoria desde que las leí en la adolescencia, como un estribillo que no podemos olvidar, que ya las siento parte de mis días. Por su presencia, por su ausencia, por su ascenso o descenso, la luz es el motivo central que recorre estos poemas, de tal manera que los textos pueden ser vistos como estudios o registros de las proyecciones de la luz, tanto en un sentido concreto cuanto en aquel sentido figurado, en el extraño prisma de la intimidad poética.

Cada vez que pienso en este “oficio o arte arisco”, por una vía u otra llega a mi mente la palabra epifanía, y de hecho creo no haber escrito un solo verso sin que antes no se haya producido en mí algún tipo de experiencia epifánica, alguna momentánea interrupción del curso del vivir en un remanso o remolino que imprevistamente abría la atención hacia una dimensión hasta entonces en sombras, sumergida, de lo real. En tales momentos, lo que era turbio se descubría nítido, aunque lo que de pronto relumbrara fuera el mismo transcurrir insensato de las horas.

Extraño título, podrá pensarse, para un libro de tonalidad más bien oscura. Si bien se mira, sin embargo, incluso los poemas más sombríos poseen una cierta irisación cromática. Seguramente, como en la imaginación de Horacio Castillo, aun en el infierno haya “un arco iris que refracta la niebla”. Y ya que he mencionado el sitio por el que todo hombre que ha vivido y amado sin duda transita repetidas veces en su existencia, recordemos que cuando Dante desciende del primero al segundo círculo, afirma, con magnífica metáfora: “Io venni in loco d’ogne luce muto” (“Llegué luego a un lugar mudo de luz”). Paradójicamente, esa tenebrosa mudez deslumbra poéticamente con una inolvidable evidencia verbal. Y es tal paradoja, me parece, la que hace que valga la pena persistir en el intento de extraer un poco de materia luminosa incluso de la más compacta opacidad.


P. A.
Alta Gracia, 9 de abril, 2008



*


Seis poemas



EL RUIDO DE LA SEGADORA



De pronto el ruido de la segadora
Se ha acallado, y entonces percibimos
Que nos ensordecía. Y entreoímos
En la mente el latido de esta hora
Silenciosa del campo… Hay una hora
Así en la vida, cuando lo que fuimos
Por años, se detiene, y descubrimos
Que esa voz que se apaga y se demora
Es la nuestra. Sentado en el sillón
De mimbre viejo en el umbral de casa
He traído de nuevo al corazón
Tanta cosa querida, y en la escasa
Luz del día he rezado una oración
Por vos, por mí, por lo que fue y ya pasa.


*


RECOLECCIÓN NOCTURNA



El ruido de los frenos en la noche,
Los gritos de los hombres, el crujido
De vidrios que se rompen, algún coche
Que toca la bocina, y el sonido
De las botas que corren en la escarcha;
La máquina que zumba y que rechina,
La voz que dice “¡Vamos!”, una marcha
Y el camión ya se pierde por la esquina.
Es la hora en que pasan por aquí
A buscar la basura. Son las dos,
Y ahora hay silencio y luna y soledad.
Yo pienso en otra calle en la ciudad
Donde aún no han llegado. Pienso en vos
Y en la casa, la nuestra, en que viví.


*


NOCHES DE INVIERNO



Salvo por el talento
Ya me voy pareciendo
A esos viejos poetas orientales
Que transformaban su melancolía
En monedas de luna
Que valen lo que entonces ya valían
No obstante siglos de devaluaciones.

Salvo por el talento, digo, entonces
Me parezco en las noches
Que paso junto al halo de la lámpara
Y al calor de los leños
Tomando té y hablando
A solas con los vivos y los muertos.

De todas estas horas, ya lo sé,
En excesiva intimidad
Con el silencio,
Me queda lo que queda en el hogar
Cuando despunta el alba.
                                               ¡Pero cuánto
Que ha ardido la madera del alma en esas llamas,
Cuánto universo amado y consumido
En pensativo sueño, mientras gira
Este cielo del sur en la ventana
Hacia otros horizontes de luz y de ceniza!

Yo sé muy bien que nada
De mí puede quedar, pero en las noches
Soy un viejo poeta que amoneda
La pena y la alegría de vivir
En transitoria eternidad de luna
Que se extingue en el sol de la mañana.
No puedo pedir más, salvo el talento.


*


LA CITA


"Para empezar mi vida
estoy como a la espera de un prodigio."
Fernández Moreno


Para empezar mi vida
Estoy como a la espera de un prodigio,
Me dijiste, y no supe
Reconocer la voz
Querida del maestro
Que me hablaba en tu voz.

Me consuelo pensando que tal vez
En algo así consista
El prodigio esperado:
Escuchar las palabras más sabidas
Como si nunca antes
Hubieran sido pronunciadas.

Un prodigio, que el mundo hable de nuevo
A través de tus labios, en tu voz.


*


ENVÍO



Porque no puedo verte, ni escucharte,
Y a solas en la noche, junto al fuego,
Te extraño, es que te escribo, como un ruego
A un dios ausente, o un poema sin arte.
Las palabras no pueden alcanzarte
Pero simulo un silencioso juego
Donde lo que no digo te lo entrego
Y te acaricio en sueños, sin rozarte.
Poesía, mi vida, fuego inverso
Que devuelves el humo hacia la llama
Y la llama a su leño y a su fronda,
Vuela a su oído y dile que la ama
El hombre solitario que en la honda
Noche abraza en su ausencia el universo.



*
 
 
 
AMANECE



La luz leve del día en la ventana,
La cama con las sábanas caídas,
Libros, vasos, colillas, desvaídas
Esencias de sahumerio y marihuana.
Lentamente se enciende la mañana
En el espejo: vuelven las perdidas
Formas, desde el cristal, a sus sabidas
Dimensiones; la sombra se hace humana.
La cabellera negra en la blancura
De la almohada, una pierna entrelazada
A otra, el brazo en torno a una cintura
Y dos bocas que alientan cadenciosas…
Calla el mundo. La angustia, arrodillada,
Vela sobre las frentes silenciosas.



[De: Estudios de la luz, Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, España, 2010]

miércoles, 29 de junio de 2011

PARA EL ANIVERSARIO
DE MI MUERTE

Tema y variación




TEMA DE W. S. MERWIN


Para el aniversario de mi muerte

Todos los años, sin saberlo,
He pasado ese día en que ondularán
Diciéndome su adiós los fuegos últimos
Y partirá el silencio
Incansable viajero
Como el destello de una estrella extinta.

Ya nunca más entonces
Me encontraré en la vida como en una
Extraña vestimenta,
Asombrado del mundo
Y del amor de una mujer
Y del descaro de los hombres,
Como hoy que escribo luego de tres días de lluvia
Y escucho el silbo del jilguero
Y las últimas gotas y me inclino
Sin saber ante qué.


W. S. Merwin
(Nueva York, 1927)

[Versión de P. A.]


*


For the anniversary of my death


Every year without knowing it I have passed the day
When the last fires will wave to me
And the silence will set out
Tireless traveller
Like the beam of a lightless star

Then I will no longer
Find myself in life as in a strange garment
Surprised at the earth
And the love of one woman
And the shamelessness of men
As today writing after three days of rain
Hearing the wren sing and the falling cease
And bowing not knowing to what


W. S. Merwin
(New York, 1927)


*


VARIACIÓN


Para el aniversario de mi muerte
(Variación sobre un tema de W. S. Merwin)


Every year without knowing it I have passed the day
When the last fires will wave to me…
W. S. Merwin


Cada año he pasado ya ese día
En que voy a morir: desconocido,
Su dolor me habrá dado o su alegría
Y ahora es una fecha del olvido.
Extraño aniversario, igual que aquel
De la mañana en que empezó mi vida.
Como quien, por el gusto de la miel,
Adivina el panal y la perdida
Flor, así del sabor de lo que ayer
Fue, reconozco lo que aún no ha sido:
La agonía del mundo honda en el ceño,
Los ojos entreabiertos al ensueño
Y en los labios un nombre de mujer.
Moriré de la muerte que he vivido.


Pablo Anadón

[De Estudios de la luz, Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, España, 2010]


miércoles, 6 de octubre de 2010

La cita

"Para empezar mi vida
estoy como a la espera de un prodigio."
Fernández Moreno






Para empezar mi vida
Estoy como a la espera de un prodigio
,
Me dijiste, y no supe
Reconocer la voz
Querida del maestro
Que me hablaba en tu voz.

Me consuelo pensando que tal vez
En algo así consista
El prodigio esperado:
Escuchar las palabras más sabidas
Como si nunca antes
Hubieran sido pronunciadas.

Un prodigio, que el mundo hable de nuevo
A través de tus labios, en tu voz.




[De Estudios de la luz, Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, en prensa]

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Río de los Sauces

a Esteban



[Fernando Fader, Atardecer]


Cuántas horas inmóviles
Me he quedado a la orilla de este río
Viendo el verde dorado
De las aguas veteadas de reflejos,
El vuelo repentino de algún pájaro,
Las variaciones leves de la luz
Sobre las hojas, y las formas
De las nubes que van hacia el azul de la montaña.
Ya entonces era el que miraba
El transcurrir ajeno de la vida.

Años antes viajábamos aquí
Y las tardes pasaban
Con esa placidez lenta e indecisa
Del ave que planea por el cielo lejano.
No había diferencia en aquel tiempo
Entre ser y vivir, ver y mirar,
Y el río que se iba para siempre
En su deriva hacia el atardecer
Era el mismo que ahí se nos quedaba
Remolineando en torno de las piernas.
No recuerdo la angustia de que acabara el día.

Muchos de aquellos que veníamos
Al río, hoy ya no existen; de los otros
No sé más que las frases que se dicen
Tras la cena en la rueda familiar,
Señas que alumbran sin sentido
Como la inmensa dispersión
De estrellas en las noches de verano.

Ahora que anochece sobre el río
Como en mi vida, observo
A los hijos que juegan en la orilla,
Sigo el humo que va del cigarrillo
Hacia la claridad que se demora
En el temblor plateado de los álamos,
Y entrecierro los ojos como quien
Se acostumbra a la luz de la mañana
O a la ceguera de la oscuridad.
Escucho el invariable
Y diverso rumor entre las piedras,
Las voces más queridas, el agudo
Silbo de un pájaro desconocido…
Me preparo a partir, sin quejas, sin palabras.




[De Estudios de la luz / Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, 2010, en prensa]

sábado, 4 de septiembre de 2010

CARTA

a Alejandro Bekes


[Alberto Burri, Combustione]


Carta

¡Esta palabra inútil!
Ricardo E. Molinari


Hermano, en esta misma habitación
Donde ahora te escribo junto al fuego,
Hablábamos, y el tiempo era ese fuego
Que latía como otro corazón

Solitario y fraterno. La pasión
Inútil que nos une, ¿no es un fuego
También, que nos consume, un raro fuego
Que afantasma la vida en su ficción?

Qué hermoso, sin embargo, ese derroche
De sombra y resplandor, humo y sonido
De días que crepitan en el hueco

Oscuro del hogar, cuando el reseco
Espíritu transforma lo perdido
En un diálogo de almas en la noche.




[De Estudios de la luz / 2005-2007
Pre-textos, Valencia, 2010, en prensa]

sábado, 15 de mayo de 2010

TU CUARTO

A Ana Paula Skoczynski

"...e così esisti!"
E. M.





Esta especie de campo de batalla
Después de la batalla, anochecido,
Es tu cuarto: un reloj ya detenido,
Botellas, ceniceros, una toalla

Colgada de la puerta, aún con la sombra
De tu pelo y tu piel, una gavilla
De ropa en equilibrio en una silla,
Libros, fotos, en fin, lo que se nombra

Con la palabra azar halla su cita
- Lápices, vasos, lencería, diarios,
Duendes, dados, cuadernos, diccionarios -

Aquí: te veo ir y venir, te vistes
Y desvistes, en tanto que recita
Mi mente, con Montale: ¡Y así existes!



[De Estudios de la luz, Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, en prensa]

sábado, 24 de abril de 2010

Interior con hijos



1. La taza azul

A Mariana


A esta tacita de café
Del mediodía y de la medianoche
Algún otro poeta de más genio
Debería escribirle su elogio merecido.

A mí el aliento
Apenas si me alcanza
Para decir el sorbo de alegría
Que le agrega a mi vida diariamente:

Un poco de café
Con su hebra vaga de humo,
Y el alma sin sosiego se hace amiga
Del tiempo, de las horas sin sentido.

(Si además el pocillo
Llega en las manos de una niña,
Ya se parece a la felicidad).




2. Leña cortada

A Francisco

The fact is the sweetest dream that labor knows.
R. F.


Por la tarde cortamos
Con el hijo mayor, hombro con hombro,
Bajo la luz inhóspita de julio,
Los leños que han ardido en la penumbra
De la casa a lo largo de estas horas.

Te comprendo mejor, viejo poeta
De New Hampshire: la llama y el calor
Que hemos ganado con fatiga
Entibian tanto el cuerpo como el alma.

Al rumor de la lumbre, el desamparo
Del invierno se tiende, se acurruca
Como un perro cansado, y se adormece.

(Por los vidrios, la noche
Constelada parece sonreír
No sé si irónica o piadosamente).




3. Las flores del baldío

A Irene


Hoy la hija me trajo ese manojo
De flores del baldío
Y ahora, en una copa cristalina,
Aroman en el centro de este cuarto
Donde las horas pasan en silencio.

Hija mía, yo sé que ya conoces
Qué es el dolor, este dolor
Sin causa, sin sentido,
Sé que sufres también en tu silencio.

En esta noche, en que muy bien podría
Sin pena por mí mismo desprenderme
De mí, como se ahuyenta con la mano
A una mosca que ronda por la frente,

La ternura irisada de tu ramo
Me ha traído una gota de sosiego.

Acuérdate algún día de las flores
Que a tu padre le dieron la alegría
De saberse querido: sólo vale
Haber dado a otro ser esa rara certeza.



P.A.

(Del libro Estudios de la luz, Poesía 2005-2007,
Editorial Pre-textos, Valencia, España, en prensa)