“A las gatas del hospicio de Sant’Anna”
de Torquato Tasso
comentado por
Alfonso Berardinelli
Alfonso Berardinelli en Alta Gracia (Córdoba, Argentina) [Fotografía de P. A.] |
A los treinta y cinco años, en 1579, cuando
ya había llevado a término cuatro años antes la Jerusalén liberada, Torquato Tasso fue recluido en la
cárcel-hospicio de Sant’Anna, en Ferrara, luego de un violento episodio
protagonizado por el poeta frente al duque Alfonso II d’Este. Tasso acababa de
regresar a la corte de los Estenses, donde había transcurrido los años más
felices y productivos de su vida, y en medio de los festejos por las bodas del
duque con Margherita Gonzaga no se sentía bien recibido. El mundo de la corte,
amado por Tasso como un mundo ideal, era también la fuente de sus tormentos. Se
sentía aceptado y rechazado por ese mundo, en una alternancia de éxtasis
idílicos y de sospechas.
Con los siete años pasados en Sant’Anna el
drama de esta relación se precipita. Son siete años de trabajo intenso (escribe
la mayor parte de sus Diálogos y la Apología de la Jerusalén). Pero son
sobre todo años en los cuales la soledad lanza a la mente trastornada del poeta
a un estado visionario obsesivo, en una oscuridad tormentosa y desasosegada
donde toda certeza está perdida. Es la situación de este soneto.
Como en el océano (aquí, en italiano, debe leerse
métricamente Oceàn) durante una terrible tempestad (la “infesta procella”, la “infecta
borrasca”) el cansado timonel por la noche levanta la mirada a las estrellas
del polo para orientar la navegación, así, dice Tasso, en mi desventura yo me
vuelvo a tus ojos inocentes, oh bella gata, como a dos estrellas que indican el
Norte (“tramontana”) en la tempestad de la vida. Los ojos de las dos gatas, la
gata y la gatita, como si fuesen la Osa Mayor y la Osa Menor en el cielo, son “luces
santas”, ojos angélicos que alumbran la noche.
Las dos primeras estrofas del soneto, nada
menos que ocho versos de catorce, están íntegramente ocupados por las dos
partes de la comparación, en una impecable simetría sintáctica y métrica (la
primera estrofa se abre con el “como” y la segunda estrofa se abre con el “así”).
Dos perfectas arcadas que enlazan el cielo a la tierra, el espacio inmenso del
océano al espacio no menos tempestuoso y amenazante del estudio en el cual
Tasso piensa y escribe con el terror de perderse. Es como si aquel cuartito
fluctuase sobre olas turbulentas y aullantes que pueden sumergirla, frágil
embarcación, de un momento al otro. Pero el soneto, más que por la clásica
simetría distributiva del símil inicial, es sostenido en su cohesión por esos
vocativos de una dulzura desgarradora: “o bella gatta… o gatte… o gatte amate”
(“oh bella gata”… “oh gatas”… “oh gatas amadas”). Vocativos que irrumpen en las
tinieblas carcelarias como centelleantes y salvíficos filos de luz
ultraterrena. Tajos de emotividad pura, sin freno, invocaciones
desesperadamente afectuosas. La incontenible emotividad, el exceso de dulzura,
la necesidad de familiaridad confidente, y esta imprevista falta de contención
estilística, arrastran al poema hacia un “lirismo realista” muy diverso de
aquel de los madrigales y muy poco petrarquista (se habla de maltrato con “bastonazos”,
de “carne” y de “leche”: esas dos criaturas mediadoras entre cielo y tierra no
son sólo suaves custodias angélicas, son precisamente gatas, físicamente
presentes allí, en el hospicio de Sant’Anna).
Como ha sido observado (también por Walter
Siti, en un ensayo sobre el inconsciente en la literatura italiana), en la
poesía de Tasso aparecen inconexiones “neuróticas” entre construcción racional
y accesos emotivos. En la misma Jerusalén,
como en una grandiosa y tempestuosa sinfonía de Mahler, la solemnidad del tema
heroico se hace añicos, poniendo al descubierto las exaltaciones y los
abatimientos de una emotividad en estado puro, alucinada e irrefrenable.
Alfonso
Berardinelli
[De Alfonso
Berardinelli, Cento poeti,
Mondadori, Milano, 1997, pp. 329-331,
Traducción de P. A.]
A LAS GATAS DEL HOSPICIO DE S. ANNA
Como en el mar si oscura y si demente
Borrasca lo hace turbio y resonante,
A la estrella en que el polo arde llameante
Exhausto timonel alza la frente,
Así me vuelvo, oh bella gata, en esta
Fortuna adversa hacia tus santas lumbres
Y son estrellas para mí, vislumbres
De paz que al viento sobre el mar recuesta.
Otra gatita viene y veo en su encanto
La Osa Mayor con la Menor: oh gatas,
Candiles de mi estudio, amadas gatas,
Si el cielo las protege del maltrato,
Si pone carne y leche en cada plato,
Dénme la luz para escribir mis cantos.
TORQUATO TASSO
(Sorrento, 1544 –
Roma, 1595)
[Versión de P. A.
Córdoba, 10-VI-12]
*
ALLE GATTE DE LO
SPEDALE DI S. ANNA
Come ne l’ocean
s’oscura e ‘nfesta
procella il rende
torbido e sonante,
a le stelle onde il
polo è fiammeggiante
stanco nocchier di
notte alza la testa,
così io mi volgo, o bella gatta, in questa
fortuna avversa a le
tue luci sante,
e mi sembra due stelle
aver davante
che tramontana sia ne
la tempesta.
Veggio un’altra
gattina, e veder parmi
Orsa maggior con la
minore:o gatte,
lucerne del mio
studio, o gatte amate,
se Dio vi guardi dalle
bastonate,
se ‘l ciel voi pasca
di carne e di latte,
fatemi luce a scriver
questi carmi.
TORQUATO TASSO
(Sorrento, 1544 –
Roma, 1595)