martes, 28 de febrero de 2012

Alfonso Gatto

LA LUZ




La luz


La inmensa luz que desde el viento al mar
blanquea sobre barcos, ríe en mármoles
de edificios fugaces, el bullir
de albatros sobre el agua rota en fresco
borbollonear de espuma, la Giudecca
perfilada en la nítida amplitud
de su cielo que pasa en el azul, ileso:
la imprevista esperanza que la vida
por sus latidos encendidos fluya
en alegría de árboles, de sol,
de pan caliente, de ardientes mujeres:
todo lo llevas dentro, escalofrío
tu espalda, zambullida la cabeza
en los cabellos sueltos, encarnada
la boca en aquel hondo
beso que huye, oh vida mía, oh vida
de todos, roja, azul, mar, viento.


[De Diario de dos inviernos,
1943-‘44 / 1964-’65]



[La Giudecca - Venecia]


La luce


La grande luce che dal vento al mare
biancheggia sulle navi e ride ai marmi
dei palazzi fuggenti, il brulicchìo
degli albatri sull’acqua rotta al fresco
rigoglio delle spume, la Giudecca
profilata al chiarore del suo grande
cielo che passa nell’azzurro, illeso:
l’improvvisa speranza che la vita
accesa dai suoi palpiti trascorra
nella gioia degli alberi, del sole,
del pane caldo, delle donne calde:
tutto t’è dentro e un brivido la schiena,
un tuffo il capo nei capelli sciolti,
incarnata la bocca su quel pieno
bacio fuggente, o vita mia, o vita
di tutti, rossa, azzurra, vento, mare.


[Dal Giornale di due inverni,
1943-‘44 / 1964-’65]



Versión de P. A.
Arcavàcata di Rende, Italia, ¿1988-1994?

viernes, 24 de febrero de 2012

Conrad Aiken
(1889-1973)

ANIQUILACIÓN






Aniquilación


Mientras el mediodía se curva, azul, sobre los dos
Y el álamo dispersa tristes hojas,
Dime otra vez por qué el amor embruja
Y qué nos da el amor.

¿Es el dedo que tiembla mientras sigue
La línea de la ceja o la mejilla?
¿La boca que balbuce, al sentir la caricia,
Pero no puede hablar?

No, no está en estas cosas, más que en otras,
Escondido el secreto: no es el tacto
De una mano que puede alborozar
Y alzar la sangre en canto.

Es la hoja que cae entre nosotros,
La esquila que murmura, las sombras que se mueven,
La luz que languidece, otoñal, en tus hombros,
Son estas cosas el amor.

Es el “Quedémonos aquí más tiempo”,
El “Espera a mañana”, “Una vez conocí…”
—Estas trivialidades, mientras tocas mi dedo
Y el reloj da las dos.

El mundo es intrincado, y nada somos.
Es el mundo complejo de la hierba,
El gajo en el sendero, la mirada de encono,
Sentimientos que pasan—

Ellos son el secreto; y te podría odiar
Cuando me inclino para darte un beso
Y descubro en tus ojos que estás lejos
Y que el amor es esto.

Las rocas que entrechocan saben más del amor
Que el mirarse extasiados o el roce de unos labios.
Todo lo que sabemos del amor es amargo,
Y, en verdad, es muy poco.


Conrad Aiken


*


Annihilation


While the blue noon above us arches,
And the poplar sheds disconsolate leaves,
Tell me again why love bewitches,
And what love gives.

It is the trembling finger that traces
The eyebrow's curve, the curve of the cheek?
The mouth that quivers, when the hand caresses,
But cannot speak?

No, not these, not in these is hidden
The secret, more than in other things:
Not only the touch of a hand can gladden
Till the blood sings.

It is the leaf that falls between us,
The bells that murmur, the shadows that move,
The autumnal sunlight that fades upon us:
These things are love.

It is the ‘No, let us sit here longer,'
The ‘Wait till tomorrow,' the ‘Once I knew —'
These trifles, said as I touch your finger,
And the clock strikes two.

The world is intricate, and we are nothing.
It is the complex world of grass,
A twig on the path, a look of loathing,
Feelings that pass —

These are the secret! And I could hate you,
When, as I lean for another kiss,
I see in your eyes that I do not meet you,
And that love is this.

Rock meeting rock can know love better
Than eyes that stare or lips that touch.
All that we know in love is bitter,
And it is not much. 


Conrad Aiken


[Versión de P. A.
Córdoba, 22-II-12]


jueves, 2 de febrero de 2012

ROBERT LOWELL

Como un plátano a orillas del agua




“As a plane tree by the water” pertenece al primer período de la obra de Robert Lowell (Boston, 1917- Nueva York, 1977), caracterizado por una preocupación religiosa de entonación profética y una visión profundamente negativa sobre la condición del hombre en la contemporaneidad; en la artesanía compositiva, distingue a esta etapa su concienzudo trabajo con la métrica y la rima, el recurso a las estructuras cerradas (retoma, por ejemplo, la medieval sextina), como quien busca encontrar o crear a toda costa un orden en medio de la dispersión. Es un orden, sin embargo, que trasunta la tensión de los fuertes contrastes de las tribulaciones del ánimo del poeta, adoptando a menudo giros y antítesis más próximos del retorcimiento barroco que de cualquier sereno clasicismo.

El título del poema está tomado de un episodio del Eclesiástico, “Elogio de la sabiduría”, en el que se describe a través de una serie de comparaciones las gracias de la sabiduría divina. Reza el versículo en cuestión: “Como hermoso olivo en la llanura, / como plátano junto a las aguas” (Eclesiástico, 24, 19).

Vale la pena, creo, transcribir el conjunto en el que está inserto, de notable gracia y sensualidad figurativa (más notable aún por hablar de algo tan inasible, aparentemente, como la sapiencia), con trazo digno del autor del Cantar de los Cantares (además del Espíritu, se atribuye la redacción del Eclesiástico a Jesús, hijo de Sirac, en el 136 a.C.): “Como cedro del Líbano crecí, / como ciprés de los montes de Hermón. // Crecí como palma de Engadí, / como rosal de Jericó. // Como hermoso olivo en la llanura, / como plátano junto a las aguas. // Como la canela y el bálsamo aromático exhalé mi aroma / y como la mirra escogida di suave olor. // Como gálbano, estacte y alabastrino vaso de perfume, / como nube de incienso en el tabernáculo. // Como el terebinto extendí mis ramas, / ramas magníficas y graciosas. // Como vid eché hermosos sarmientos / y mis flores dieron sabrosas y ricos frutos. // Yo soy la madre del amor, / del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. // Venid a mí cuantos me deseáis / y saciaos de mis frutos. // Porque recordarme es más dulce que la miel, / y poseerme, más rico que el panal de miel. // Los que me coman quedarán con hambre de mí, / y los que me beban quedarán de mí sedientos. // El que me escucha jamás será confundido, / y los que me sirven no pecarán.” (Eclesiástico, 24, 17-30).

Tal como podrá advertirse luego de la lectura del poema de Lowell, esta sabiduría cuyo solo recuerdo sabe más dulce que la miel, es el plátano que se encuentra asediado por las moscas ―esas primas sin suerte, sin gracia, de la abeja―, acólitas simbólicas del Mal, en la nueva Babel de Boston, reino del oro que habla, impera y multiplica las tinieblas y de una laboriosidad que sólo conduce a la esclavitud y a la miseria espiritual. En la última estrofa, puede atisbarse asimismo un vaticinio acerca de la expansión del dominio babélico, identificado sin más con el infierno, sobre las aguas del Atlántico, sobre Europa, y a la vez se asigna al canto del poeta una función redentora, propiciadora de la resurrección en el presente del Dios muerto.



AS A PLANE TREE BY THE WATER


Darkness has called to darkness, and disgrace
Elbows about our windows in this planned
Babel of Boston where our money talks
And multiplies the darkness of a land
Of preparation where the Virgin walks
And roses spiral her enamelled face
Or fall to splinters on unwatered streets.
Our Lady of Babylon, go by, go by,
I was once the apple of your eye;
Flies, flies are on the plane tree, on the streets.

The flies, the flies, the flies of Babylon
Buzz in my ear-drums while the devil's long
Dirge of the people detonates the hour
For floating cities where his golden tongue
Enchants the masons of the Babel Tower
To raise tomorrow's city to the sun
That never sets upon these hell-fire streets
Of Boston, where the sunlight is a sword
Striking at the withholder of the Lord:
Flies, flies are on the plane tree, on the streets.

Flies strike the miraculous waters of the iced
Atlantic and the eyes of Bernadette
Who saw Our Lady standing in the cave
At Massablelle, saw her so squarely that
Her vision put out reason's eyes.
The grave Is open-mouthed and swallowed up in Christ.
O walls of Jericho! And all the streets
To our Atlantic wall are singing: "Sing,
Sing for the resurrection of the King."
Flies, flies are on the plane tree, on the streets.


*


COMO UN PLÁTANO A ORILLAS DEL AGUA


Las tinieblas trajeron más tinieblas, y asedia
La infamia nuestras casas, aquí, en la organizada
Babel de Boston, donde nuestras monedas hablan
Y multiplican las tinieblas de una tierra
De adviento por la cual la Virgen se pasea
Y las rosas le nimban el esmalte del rostro
O trizadas descienden a las calles resecas.
Pasa, Nuestra Señora de Babilonia, pasa,
Yo he sido alguna vez la niña de tus ojos;
Moscas en torno al plátano, moscas sobre las calles.

Moscas, zumban las moscas, moscas de Babilonia,
En mis tímpanos, mientras el treno del demonio
Que propaga el gentío hace estallar la hora
En aéreas ciudades donde su lengua áurea
Embruja a los obreros que la Torre levantan
De Babel para que alcen la ciudad del mañana
Hacia un sol sin ocaso, éste que arde en las calles
Infernales de Boston: aquí la luz del sol
Es espada que hostiga al testigo de Dios;
Moscas en torno al plátano, moscas sobre las calles.

Y se plagan de moscas las aguas milagrosas
Y heladas del Atlántico, sobre los ojos zumban
De Bernadette, que vieron de pie en aquella gruta
De Massabielle a Nuestra Señora, y su visión
Cegó de luz los ojos de la razón. La tumba
Está abierta y sumida en Cristo. ¡Oh Jericó
Amurallada! Y todas las calles hacia el muro
Del Atlántico entonan: “Por la resurrección
Del Rey haz que resuene tu voz, canta tu canto.”
Moscas en torno al plátano, moscas sobre las calles.



[Versión y nota de P. A.
Córdoba, 30 de agosto, 2009 - 30 de enero, 2012]