miércoles, 24 de noviembre de 2010

T. S. Eliot
(1888-1965)

MARINA





MARINA
Quis hic locus, quae
regio, quae mundi plaga?


What seas what shores what grey rocks and what islands
What water lapping the bow
And scent of pine and the woodthrush singing through the fog
What images return
O my daughter.

Those who sharpen the tooth of the dog, meaning
Death
Those who glitter with the glory of the hummingbird, meaning
Death
Those who sit in the sty of contentment, meaning
Death
Those who suffer the ecstasy of the animals, meaning
Death

Are become unsubstantial, reduced by a wind,
A breath of pine, and the woodsong fog
By this grace dissolved in place

What is this face, less clear and clearer
The pulse in the arm, less strong and stronger–
Given or lent? more distant than stars and nearer than the eye

Whispers and small laughter between leaves and hurrying feet
Under sleep, where all the waters meet.

Bowsprit cracked with ice and paint cracked with heat.
I made this, I have forgotten
And remember.
The rigging weak and the canvas rotten
Between one June and another September.
Made this unknowing, half conscious, unknown, my own.
The garboard strake leaks, the seams need caulking.
This form, this face, this life
Living to live in a world of time beyond me; let me
Resign my life for this life, my speech for that unspoken,
The awakened, lips parted, the hope, the new ships.

What seas what shores what granite islands towards my timbers
And woodthrush calling through the fog
My daughter.


[From Ariel Poems, 1930]





MARINA

Quis hic locus, quae
regio, quae mundi plaga?


Qué mares qué costas qué rocas grises y qué islas
Qué olas lamiendo la proa
Y un aroma de pinos y el tordo cantando en la neblina
Qué imágenes retornan
Oh hija mía.

Los que aguzan el diente del dogo, significando
Muerte
Los que brillan con la gloria del colibrí, significando
Muerte
Los que se aposentan en la pocilga de la complacencia, significando
Muerte
Los que sufren el éxtasis de los animales, significando
Muerte

Se han vuelto insustanciales, disipados
Por un soplo de viento, un aliento de pinos,
Y la canción del bosque de la niebla
Disuelta en su lugar por esta gracia.
Qué es esta cara, por momentos nítida, por momentos difusa,
Este pulso en el brazo, a veces débil y otras veces intenso,
¿Dado o prestado?, más lejano que las estrellas y más cercano que el ojo

Susurros y risitas entre hojas
Y pies apresurados bajo el sueño,
Donde todas las aguas se encuentran.

Bauprés rajado por el hielo, barniz resquebrajado por el sol.
Yo hice esto, lo había olvidado
Y recuerdo.
Las jarcias en jirones, el velamen raído
Entre aquel junio y el otro setiembre.
Lo hice sin saber, semiconsciente, desconocido, yo mismo...
La cubierta hace agua, las junturas necesitan brea.
Esta forma, esta cara, esta vida
Que vive ya en un mundo de tiempo más allá de mí.
Yo quiero resignar mi vida por esta vida, mi palabra
Por la que aún no es pronunciada,
La que despierta, los labios partidos, la esperanza, los nuevos barcos.

Qué mares qué costas qué islotes de granito avanzan hacia mis maderos
Y el tordo llamando a través de la niebla
Hija mía.


[De Ariel Poems, 1930]


Versión de P. A.
Alta Gracia, enero de 1999

3 comentarios:

  1. ¡Qué hermosa traducción para tan estupendo poema! La traducción se lee como si no lo fuera, tiene el ritmo, el poder y la magia fluida de un poema original. No se lee una traducción, se respira el aire marino, se oye al pájaro entre la niebla.

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  2. Alejandro, no podría ser más reconfortante, para las dudas perennes de un traductor (para éste, al menos), lo que me decís sobre esta versión de un poema que leo y releo desde la adolescencia, y que varias veces desde entonces he intentado trasladar a nuestra lengua (es probable que la de ahora no sea tampoco la última). Gracias, y ojalá que sea como vos decís, que el poema suene como si no fuera 'sólo una traducción'.

    Sin ánimo de devolver elogios, te cuento que hace una hora, justamente, he terminado de leer, conmovido y admirado, tu magnífico libro "Lo intraducible". Entre muchas otras observaciones eruditas, lúcidas y sutiles sobre este "oficio o arte arisco", me ha quedado resonando la siguiente frase, tan sencilla y vívida y reveladora de la paradoja de que se nutre la traducción de poesía: "El traductor, concluida su obra, se queda solo repitiéndose en voz baja el original intraducible." Así también me quedo diciéndome en voz baja: "What seas what shores..." Un abrazo, Pablo.

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  3. Excelente, este Eliot que sin dejar de lado la razón se acerca al mundo de lo sensible. Comparto las apreciaciones de Alejandro Bekes sobre la traducción, que es impecable.

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