Mario Perone
Dos
poemas
Hace
una semana murió Mario Perone (San
Justo, Santa Fe, 29 de julio, 1929 – Rosario, Santa Fe, 8 de mayo, 2020), uno
de esos casos de autores “raros”, “escondidos”, en la poesía argentina. Supongo
que en Rosario, donde vivía, habrá sido bien conocido, pero al menos yo recién me
enteré de su existencia y de su poesía hace unos pocos años, gracias a
Facebook, donde leí sus poemas y sus agudas observaciones y meditaciones sobre
la vida cotidiana. En su escritura poética coexisten los poemas en medidos
versos libres y en sonetos de tono expresivo natural y sentida reflexión
existencial. Que yo sepa, no publicó ningún libro, y me habría alegrado mucho
editar en la colección “Fénix” una antología de su obra poética y de su prosa
aforística. Publiqué, sí, una selección de poemas en el número 28-29 de la
revista, en julio de 2017, para la cual me envió la siguiente brevísima noticia
biobibliográfica: “Escritor aficionado desde la adolescencia, realizó estudios
incompletos de Arquitectura en Rosario, fue colaborador en el Suplemento
Literario de La Capital y asiduo autor de “Contratapas” en Rosario 12. Ha
obtenido numerosos premios en concursos de poesía de todo el país.” Para mi
tristeza, el ejemplar de la revista que le envió la editorial por correo nunca
llegó a sus manos. Aquí un par de aquellos hermosos poemas, entrañables como su autor, incluidos en el número de Fénix.
Mi mano elige...
mi
mano elige
una
indiferente tiza blanca
traza
en el seco suelo duro
alrededor
de mi sombra
un
círculo perfecto
desde
entonces
―exactamente
desde mi nacimiento―
espero
que alguien
o
algo
―ángel
casualidad
tormenta
destino
objeto
imagen
recuerdo
sueño
persona―
o
tal vez sólo tiempo
se
decida a prestarme su ayuda
para
escapar
de
aquí
*
Sueño
1
Sueño.
Suelo sentir que estoy soñando,
que
te sueño sentada en la penumbra
y
esa lámpara frágil que te alumbra
tu
perfil va esfumando.
También
suelo esperar. Sigo esperando.
Mi
cara a tu mirada se acostumbra,
mi
cuerpo en tu reflejo se deslumbra
y
tu voz va callando.
Y
sueño que mi brazo no te alcanza
y
corres hacia la desesperanza
y
mi amor no te toca.
Sueño
pequeño, sueño desolado,
sus
cosas son las cosas del pasado
pero
no se equivoca.
2
Ese
viento de ayer vendrá mañana,
arrastrará
las hojas que han caído,
las
que hoy están cayendo y las que han sido
sólo
un fugaz reflejo en mi ventana.
La
eternidad del viento, su liviana,
temible
y alta fuerza no ha perdido
su
mágico dominio. Su bramido
castiga
la endeblez de mi persiana.
Viento
y tiempo. Misterios semejantes,
barren
todo: cenizas y diamantes,
y
mutan la esperanza en desconcierto.
La
eternidad sólo a ellos pertenece.
A
su paso, el pájaro enmudece.
Lo
que ayer fue inmortal, hoy está muerto.
Mario Perone
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