A raíz de un diálogo con un amigo, he buscado en mi biblioteca una plaqueta que hace algún tiempo me regaló mi padre. Se trata de una bellísima edición de Francisco Colombo, con un poema de John Keats (1795-1821), que lleva el título de "Lines supposed to have been addressed to Fanny Brawne", traducido por Juan Rodolfo Wilcock. La plaquette, de seis hojas (tres pliegos), tiene el siguiente colofón:
"Keats a Fanny.
De este poemita se han
impreso 75 ejemplares:
3 en papel China, 10 en Ja-
pón y 62 en Ingres Ecoles.
La versión castellana es de
Juan Rodolfo Wilcock; los
grabados y la composición
tipográfica de Raúl Veroni.
Se terminó de imprimir, por
Armando Tocarello, en los
últimos días de septiembre.
Buenos Ayres, MCMLVIII."
El ejemplar que tengo ahora sobre la mesa de mi cocina pertenece a la tirada en papel Ingres Ecoles, y fue enviado a mi padre por Raúl Veroni, con una carta manuscrita, fechada el 7 de mayo de 1959, que está también entre los pliegos.
El poemita en cuestión es hermoso, conmovedor y algo escalofriante: el poeta imagina el momento en que su mano, que ahora está cálida y viva, se encuentre en el silencio helado de la tumba, y como un espectro ronde en los días y las noches de su amada, quien estaría dispuesta a entregar su propia sangre para devolver la vida a su enamorado, y calmar así su propia conciencia (¿por seguir ella con vida?). Esa mano, ahora, en el momento en que el poeta escribe, se la tiende a su amada.
Los ocho versos del texto fueron redactados en el invierno de los años 1819-1820; en 1821 John Keats falleció en Roma, en cuyo Cementerio Protestante está enterrado, bajo una lápida donde se lee, como es fama: "Esta Tumba / contiene todo lo que fue Mortal / de un / Joven Poeta Inglés / Quien / En su Lecho de Muerte, en la Amargura de su Corazón / ante el Poder Malicioso de sus Enemigos / Deseó / que estas Palabras fueran / Grabadas en su Lápida: / Yace aquí Alguien / Cuyo Nombre fue escrito en el Agua / 24 de Febrero de 1821".
Los versos tienen la gracia y la naturalidad de lo que ha sido compuesto casi como si se hablara, como si el oído de la destinataria estuviera ahí, al alcance de esas "pocas palabras verdaderas", estremecidas y estremecedoras, intensas y poderosas, paradójicamente, por su desvalimiento. No han sido escritas, se diría, buscando un efecto estético, ni la admiración del lector o la lectora, sino crear un espacio de intimidad en el que dos conciencias se encuentren, conmovidas por la verdad humana, tan simple y misteriosa a la vez, que ahí se ha revelado. Extrañamente, esas palabras que parecieran no pretender perduración alguna, cuya belleza les llega por añadidura, hoy nos suenan magistralmente bellas y memorables, y modernas, como si hubieran sido escritas ayer. (Una sugestión semejante tienen para mí los poemas que Pavese le escribió a Constance Dowling).
La versión de Wilcock, como se verá, sin alejarse del sentido del original, recrea hasta cierto punto la sintaxis, y encauza la naturalidad de la expresión en versos blancos, combinando alejandrinos, endecasílabos y un heptasílabo final. No he visto esta traducción reproducida en ningún libro; como la plaqueta en la que fue publicada poseía una tirada tan escasa, me parece que vale la pena rescatarla aquí para los lectores actuales de poesía.
*
Lines supposed to have been
adressed to Fanny Brawne
This living hand, now warm and capable
Of earnest grasping, would, if it were cold
And in the icy silence of the tomb,
So haunt thy days and chill thy dreaming nights
That thou wouldst wish thine own heart dry of blood
So in my veins red life might stream again,
And thou be conscience-calm'd ― see here it is ―
I hold it towards you.
(Winter, 1819-1820)
Líneas que se supone fueron
dedicadas a Fanny Brawne
Si esta mano capaz de apretar con vigor,
cálida y vivaz ahora, yaciera en cambio fría
en el silencio helado de la tumba, igualmente
rondaría tus días y helaría tus sueños,
hasta hacerte ofrecer tu propia sangre, toda,
para animar de nuevo mis arterias,
calmando tu conciencia; aquí la tienes,
mírala, te la tiendo.
Versión de Juan Rodolfo Wilcock
Nota introductoria de P. A.
Alta Gracia, 2 de julio, 2010.
El poema de Keats, Pablo, es realmente escalofriante y tiene todo ese aire de improvisación magistral que destacaste en tu nota previa. Siento, en cambio, que la versión de Wilcock es un poco... blanda, quizá. No tiene el nervio que me parece lo esencial del original. Dudo de que alguien pueda mejorarla, pero siento esa falta. ¡Dios mío, sé piadoso en el más allá con nosotros los traductores, que en el más acá no tenemos perdón!
ResponderEliminarMe parece más cercano al espasmo de Keats el famoso dístico: "Mas con la lengua muerta y fría en la boca..." etc. Lo que asombra más en el inglés es la concentración, sin hablar de la intensidad.
Gracias por hacernos a todos este hermoso regalo, poeta y amigo.
el deseo de susurrar áquel acto críptico, brutalmente hermoso y desolador. ¡Gracias por compartirlo, Pablo!
ResponderEliminarPablo: primero quiero felicitarlo por este blog de difusión de la poesía y también por lo que Ud. escribe y traduce.
ResponderEliminarPor otro lado, lo invito tímidamente a que se arrime a El desaguadero, revista de nueva poesía y reflexión (eldesaguaderorevista.blogspot.com). Pero no por capricho, sino porque justo hay una reseña a un libro de la colección que Ud. dirige: "El ático" de Daniel Mariani.
Desde Mendoza, un abrazo enorme.
Querido Alejandro:
ResponderEliminarSí, también a mí me parece un poco desdibujada la versión de Wilcock, particularmente en algunos versos ("cálida y vivaz ahora...", "para animar de nuevo mis arterias"). Está buena la relación con el dístico, también estremecedor, de Garcilaso (pero claro, él no estaba traduciendo; ¿o quizá sí?).
Un abrazo, Pablo.
Julieta,
ResponderEliminarhay algo, en efecto, un poco terrible y desolador en eso de recordar a la persona amada que uno va a morir, y que el espectro de la propia mano va a rondar en su vigilia y en sus sueños... El horizonte de la muerte, con todo, parece ser lo que hace más intenso, desesperado, y sí, hermoso, a todo gran amor. Contra ese horizonte último (pero para Keats, ya próximo, por su enfermedad), el acto de tender la mano todavía viva (que es también el poema, ¿no?, que la sobrevivirá), adquiere una conmovedora fuerza, se transforma en una especie de ofrenda.
Un abrazo, Pablo.
Hernán,
ResponderEliminarte agradezco tus palabras reconfortantes. Al blog de ustedes ya lo había visto (justamente a propósito de tu excelente reseña del libro de Mariani), y me parece muy bueno.
¿Así que vivís en Mendoza? Me es especialmente querida esa ciudad. En septiembre u octubre estaré por allá para un congreso; me daría gusto que nos encontráramos a charlar un rato. En tanto, te paso mi dirección de mail: pablo_anadon@yahoo.com.ar
Un amistoso abrazo, Pablo.
Pablo: gracias por las palabras sobre la reseña. "El ático" se lo merecía.
ResponderEliminarGracias por extender su saludo a toda la provincia de Mendoza. Pero le cuento que ya nos cruzamos una vez. Fue en la Feria del Libro de 2008 donde Ud. dio una charla con Marta Castellino y Gustavo Zonana. Yo me acerqué y cruzamos libros (Ud. me dio "El trabajo..." y yo, mi "Pájaros de tierra"). Para mi sorpresa, conocí su generosidad y después su increíble poesía. No creo que se acuerde del encuentro, pero por algún lugar de su biblioteca debe andar un delgado libro de papel madera.
Un abrazo grande y seguiremos en contacto.
Querido Hernán:
ResponderEliminarSí, extrañamente (no suelo ser muy memorioso, salvo para los versos de los poetas queridos), recuerdo ese encuentro fugaz al final de la charla en Mendoza, aunque no me acordaba de tu nombre o tu cara. Leí tu libro esa misma noche en el hotel, y supongo que habrá sobrevivido a mi última mudanza, así que lo buscaré en las cajas para releerlo en los próximos días (¡mañana comienzan en Córdoba las añoradas vacaciones de invierno!). Gracias por lo que decís de mi poesía (me hago ilusiones de que lo de "increíble" no signifique: "¡¿cómo alguien puede escribir tan, pero tan mal?!" jaja).
Un abrazo, Pablo.