Versos de otoño
Un poema de amor
de Rubén Darío
y una breve apostilla
Versos de otoño
Cuando mi
pensamiento va hacia ti, se perfuma:
tu mirar
es tan dulce, que se torna profundo.
Bajo tus
pies desnudos aún hay blancor de espuma,
y en tus
labios compendias la alegría del mundo.
El amor
pasajero tiene el encanto breve,
y ofrece
un igual término para el gozo y la pena.
Hace una
hora que un nombre grabé sobre la nieve;
hace un
minuto dije mi amor sobre la arena.
Las hojas
amarillas caen en la alameda,
en donde
vagan tantas parejas amorosas.
Y en la
copa de Otoño un vago vino queda
en que
han de deshojarse, Primavera, tus rosas.
Rubén Darío
[En El canto errante, 1907]
Breve apostilla
[Dedicada a Noelia
Onisifora,
estudiante
chipriota de Intercambio,
a quien le gustaba
este poema
y contribuyó
asimismo a su exégesis]
Como a veces he notado en mis
clases que no se advierten, en una primera lectura, algunas sugerencias
presentes en el poema en cuartetos alejandrinos que he transcripto, a riesgo de
ser tedioso (“los poemas no se explican”, suele decirse, cosa que es verdad y
no es verdad), señalo unas pocas claves para su relectura, aunque sean
innecesarias.
El texto está dedicado por el
poeta, ya maduro, en el otoño de su vida, a una jovencita. El “blancor de
espuma” que aún persiste en los pies descalzos de ella puede aludir a la diosa
de la belleza, Afrodita, nacida de la espuma marina a orillas de la isla de
Chipre (mejor, quizás, no puntualizar el origen de esa espuma en la mitología
griega). El cuarto verso de la primera estrofa (“y en tus labios compendias la
alegría del mundo”) parece una hipérbole, pero sólo para quien no ha saboreado
aún esa dulzura (“che dà per li occhi una dolcezza al core, / che 'ntender no
la può chi no la prova”) o no ha visto nunca a una chica que parece la encarnación
misma de la alegría.
El paralelismo metafórico en los
versos tercero y cuarto de la segunda estrofa (“Hace una hora que un nombre
grabé sobre la nieve; / hace un minuto dije mi amor sobre la arena”), además de
aludir, claramente, a la fugacidad del “amor pasajero”, abarca espacios y
estaciones antípodas, sugiriendo la universalidad y la atemporalidad de esa
experiencia.
Los dos últimos versos de la
tercera estrofa representan, como se ha dicho, a través de las estaciones, al
poeta (el Otoño) y a su joven amada (la Primavera), y en la copa y en las rosas
que han de deshojarse el lector bien pensado puede adivinar más o menos sutiles
alusiones eróticas.
Luego de una segunda estrofa de
carácter general y, diríamos, desilusionado, la tercera estrofa termina el
poema con una notable afirmación vital, de tono dionisíaco: a pesar de que lo
que reste en la “copa” masculina ya no sea más que “un vago vino”, en ella, sin
embargo, la rosa femenina perderá sus pétalos.
Si comparáramos, un poco en broma
y un poco en serio, los tres momentos del poema con los movimientos de una obra
musical, tendríamos un “Allegro amoroso, con dolcezza” en la primera estrofa,
un “Adagio meditativo e malinconico” en la segunda y un “Allegro con brio, ma
non troppo” en la tercera.
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cuales son las estrofas del poemaaaaaaaaaa
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