Notas al margen del poema
“In memoriam S. E. (1895-1925)”
Esenin en su último sueño el 28 de diciembre de 1925 |
Suele
decirse que la poesía no debe explicarse. A mi juicio, es cierto y no es
cierto. Es cierto, me parece, que ninguna explicación puede sustituir la
experiencia estética de la lectura directa del texto, cuya conmoción a menudo
proviene de factores ―fónicos, musicales, connotativos, etc.― intraducibles a
otras palabras que las mismas del poema (tal vez no se escribiría un verso si
se pudiera decir exactamente lo mismo en prosa). No es cierto, me parece, que
no se puedan iluminar sentidos de un texto poético ―presentes en el texto―que a
veces a otros lectores quizá les resulten oscuros (alusiones históricas o
culturales, por ejemplo, como en las notas a la “Commedia” de Dante o las que
T. S. Eliot agregó como apéndice a “The Waste Land”), así como analizar diversos
aspectos estilísticos que colaboran con el efecto estético del poema. El autor,
también suele afirmarse, es la persona menos indicada para comentar su texto.
Creo, asimismo, que es cierto y no es cierto. Es cierto que el problema de que
el poeta explique su propio poema consiste en que puede interferir en su
comentario lo que él quiso decir pero no dijo, amplificando o reduciendo el
alcance de las palabras que están en el papel. No es cierto, sin embargo, por
razones obvias: nadie mejor que él para saber qué alusiones están presentes en
su poema o qué cuestiones técnicas tuvo en cuenta en su composición. En fin,
valga lo precedente como introducción al motivo de estas líneas, que es referir
unos pocos datos que tal vez sean necesarios para comprender los versos que
escribí anoche en memoria de Serguiei Esenin. Me di cuenta ahora de que sin
ellos tal vez el poema, no obstante su sencillez, que linda con el ascetismo (el
léxico y las rimas del soneto son pobres, reiterados, insistentes), no se
entienda del todo. Se me permita la inmodestia de explicarlos, más como
experimentación crítica que por el valor que pueda concederle al texto. En
primer lugar, debe saberse que en ruso el apellido del poeta lleva acento
grave: se pronuncia Esènin (la métrica del primer verso no funcionaría si se lo
pronunciara, como es habitual en castellano, con acento esdrújulo). Luego,
todos saben, pero no sobra repetirlo, que Serguiei Esenin tuvo una vida breve
pero intensa en pasión (en ambos sentidos del término), plena de dolor y de
alegría, de amor y desamores, una afición excesiva al alcohol, el paso de la
pobreza familiar en el campo a la celebridad como poeta y luego como esposo de
la rica y excéntrica estrella
norteamericana Isadora Duncan, así como una problemática relación con la
revolución bolchevique (adhirió fervorosamente a ella, pero paulatinamente fue
marginado por el régimen comunista, que no veía con buenos ojos la vena
campesina, religiosa, juerguista y anárquica de su poesía). Puso fin a sus días
a los treinta años, en un hotel de San Petersburgo, ahorcándose. Antes de
morir, como no había tinta en su habitación, se abrió las venas para escribir
con su sangre en una hoja de papel los últimos versos, dedicados a un amigo
poeta, Volf Ehrlich. Aquí, en fin, la traducción de esos versos y, en abrupto
descenso, el poema escrito anoche en memoria del querido poeta, cuya poesía me
acompaña de la mañana a la noche en estos días.
Adiós, amigo mío, adiós…
Adiós,
amigo mío, adiós.
Querido
mío, estás aquí, en mi pecho.
La
fatal despedida
Promete,
en el futuro, nuestro encuentro.
Adiós,
amigo mío, adiós: sin un abrazo,
Sin
palabras, sin ceño de dolor, sin tristeza―
Que
no es nuevo morirse en esta vida,
Ni
vivir, desde luego, es cosa nueva.
Serguiei Esenin
(1925)
*
In memoriam S. E.
(1895-1925)
Que no es nuevo morirse en esta vida,
Ni vivir, desde luego, es cosa nueva.
Serguièi Esènin
Hermano
Esenin, la verdad, te entiendo:
Tu
niñez, tus trabajos, tus dolores,
Tu
alegría, tu alcohol, tus desamores,
Que no es
nuevo vivir ―y estás muriendo―
Y no es
nuevo morir ―y estás muriendo―:
Entiendo
el júbilo de tus amores,
Entiendo
el éxtasis de tus dolores
Irrestañables,
que es morir viviendo.
Te
pienso en esta noche allá en tu noche
Solitaria
de hotel, después de tanta
Alegría
y dolor, amor y muerte,
Y
te entiendo en ese último derroche
De
tinta roja: pienso hoy en tu suerte
Y
es dichoso aquel nudo en mi garganta.
P.
A.
Villa
Dolores, 12-IX-15
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