sábado, 12 de septiembre de 2015

Notas al margen del poema
“In memoriam S. E. (1895-1925)”


Esenin en su último sueño
el 28 de diciembre de 1925


Suele decirse que la poesía no debe explicarse. A mi juicio, es cierto y no es cierto. Es cierto, me parece, que ninguna explicación puede sustituir la experiencia estética de la lectura directa del texto, cuya conmoción a menudo proviene de factores ―fónicos, musicales, connotativos, etc.― intraducibles a otras palabras que las mismas del poema (tal vez no se escribiría un verso si se pudiera decir exactamente lo mismo en prosa). No es cierto, me parece, que no se puedan iluminar sentidos de un texto poético ―presentes en el texto―que a veces a otros lectores quizá les resulten oscuros (alusiones históricas o culturales, por ejemplo, como en las notas a la “Commedia” de Dante o las que T. S. Eliot agregó como apéndice a “The Waste Land”), así como analizar diversos aspectos estilísticos que colaboran con el efecto estético del poema. El autor, también suele afirmarse, es la persona menos indicada para comentar su texto. Creo, asimismo, que es cierto y no es cierto. Es cierto que el problema de que el poeta explique su propio poema consiste en que puede interferir en su comentario lo que él quiso decir pero no dijo, amplificando o reduciendo el alcance de las palabras que están en el papel. No es cierto, sin embargo, por razones obvias: nadie mejor que él para saber qué alusiones están presentes en su poema o qué cuestiones técnicas tuvo en cuenta en su composición. En fin, valga lo precedente como introducción al motivo de estas líneas, que es referir unos pocos datos que tal vez sean necesarios para comprender los versos que escribí anoche en memoria de Serguiei Esenin. Me di cuenta ahora de que sin ellos tal vez el poema, no obstante su sencillez, que linda con el ascetismo (el léxico y las rimas del soneto son pobres, reiterados, insistentes), no se entienda del todo. Se me permita la inmodestia de explicarlos, más como experimentación crítica que por el valor que pueda concederle al texto. En primer lugar, debe saberse que en ruso el apellido del poeta lleva acento grave: se pronuncia Esènin (la métrica del primer verso no funcionaría si se lo pronunciara, como es habitual en castellano, con acento esdrújulo). Luego, todos saben, pero no sobra repetirlo, que Serguiei Esenin tuvo una vida breve pero intensa en pasión (en ambos sentidos del término), plena de dolor y de alegría, de amor y desamores, una afición excesiva al alcohol, el paso de la pobreza familiar en el campo a la celebridad como poeta y luego como esposo de la rica  y excéntrica estrella norteamericana Isadora Duncan, así como una problemática relación con la revolución bolchevique (adhirió fervorosamente a ella, pero paulatinamente fue marginado por el régimen comunista, que no veía con buenos ojos la vena campesina, religiosa, juerguista y anárquica de su poesía). Puso fin a sus días a los treinta años, en un hotel de San Petersburgo, ahorcándose. Antes de morir, como no había tinta en su habitación, se abrió las venas para escribir con su sangre en una hoja de papel los últimos versos, dedicados a un amigo poeta, Volf Ehrlich. Aquí, en fin, la traducción de esos versos y, en abrupto descenso, el poema escrito anoche en memoria del querido poeta, cuya poesía me acompaña de la mañana a la noche en estos días.

Adiós, amigo mío, adiós…

Adiós, amigo mío, adiós.
Querido mío, estás aquí, en mi pecho.
La fatal despedida
Promete, en el futuro, nuestro encuentro.

Adiós, amigo mío, adiós: sin un abrazo,
Sin palabras, sin ceño de dolor, sin tristeza―
Que no es nuevo morirse en esta vida,
Ni vivir, desde luego, es cosa nueva.

Serguiei Esenin
(1925)

*

In memoriam S. E.
(1895-1925)

Que no es nuevo morirse en esta vida,
Ni vivir, desde luego, es cosa nueva.
Serguièi Esènin


Hermano Esenin, la verdad, te entiendo:
Tu niñez, tus trabajos, tus dolores,
Tu alegría, tu alcohol, tus desamores,
Que no es nuevo vivir ―y estás muriendo―

Y no es nuevo morir ―y estás muriendo―:
Entiendo el júbilo de tus amores,
Entiendo el éxtasis de tus dolores
Irrestañables, que es morir viviendo.

Te pienso en esta noche allá en tu noche
Solitaria de hotel, después de tanta
Alegría y dolor, amor y muerte,

Y te entiendo en ese último derroche
De tinta roja: pienso hoy en tu suerte
Y es dichoso aquel nudo en mi garganta.

P. A.
Villa Dolores, 12-IX-15

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