lunes, 31 de agosto de 2015

Carta a los amigos poetas



Carta a los amigos poetas

¿En dónde, dónde están, viejos amigos
De la vida? ¿Por qué tanto silencio?
Pensamos diferente, pareciera,
Sobre lo que es mejor para el país,

Pero esto, ¿es suficiente, mis amigos?
Estoy solo en mi casa, estoy pensando
En ustedes, y afuera pasa el tiempo
Que no vuelve, río abajo, en La Cañada,

Pasa la tarde, se oscurece el cielo,
Y las luces se encienden en las calles
Y en las ventanas, y también en lo alto
Brotan, una tras otra, las estrellas,

Como siempre, y escucho las campanas
De la iglesia vecina, como siempre
Suenan a esta hora, como si llegaran
Desde otra edad, tal vez la eternidad

Vuelta sonido, la inimaginable:
Yo en mi pequeño cuarto y mi pequeño
Instante de existencia, fumo y tomo
Café, ya saben, mis pequeños vicios

De siempre, en fin, que me acompañan
En el silencio y en la soledad
Para pensar, para sentir mejor
Y resistir al sueño y al vacío

Que llama desde el hueco en la ventana:
Y ustedes, mis amigos, ¿dónde están?
¿Qué ha cambiado en todos estos años
Que nos volvimos irreconocibles?

Hasta ayer nos unía la poesía,
Nos unían los días y las noches
En torno de una mesa, conversando
De esto y lo otro, de los hijos

Y los padres, del tiempo, del amor
Y los amores, de un amigo muerto
Y de otro vivo, del dolor y el gozo
De estar aún sobre la tierra y ver

Cómo se abren los brotes en las ramas
Y brotan en la tarde las estrellas
A la hora en que doblan las campanas,
De unos versos queridos ― de la vida,

En fin, y la poesía, nuestra vida:
¿Todo esto se ha perdido para siempre,
Todo esto ya no es más lo que solía
Ser, como entonces, como ayer, amigos?


P. A.
Córdoba, 31-VIII-15

2 comentarios:

  1. Conmovedor y cierto tu poema Pablo , será verdad que el río ha roto el cauce y se ha llevado en la turbulencia de sus aguas tantos seres queridos ? Lo siento como deben haber sentido aquellos que han perdido sus cosas entre los avatares que vivimos no hace mucho cuando la naturaleza abatió las poblaciones cercanas y sin embargo la buena gente ha podido recuperarse , aunque de a poco ,pero seguro que en el alma habrá quedado la huella del estropicio ¿podremos nosotros recuperar lo perdido?

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, querida Leonor. Sinceramente, aún más que cuando escribí esos versos, que de algún modo eran un llamado a la sensatez, a valorar lo que merece reunir a los hombres, hoy siento que, si los años pasados han sido nefastos en muchos sentidos, también lo han sido en las relaciones humanas concretas, en los vínculos de amistad, familiares, amorosos incluso. Nunca vi, en años de democracia, cuyo fundamento es la tolerancia de las minorías, de quienes disienten con el gobierno de turno, algo parecido, un estropicio tan extendido en nuestra sociedad en ese plano afectivo. Las diferencias políticas se han convertido en agravios personales. Para eso, no hay vuelta atrás, no hay manera de volver a ser amigo con alguien que, por ejemplo, te ha juzgado públicamente como "lleno de odio", o "con el alma y las manos sucias". Tal vez el único beneficio de estas circunstancias es conocer lo peor de seres que uno juzgaba quizás por lo mejor. Pero después de conocerlo, y padecerlo, ¿cómo olvidarlo, cómo hacerse el distraído? Esos vínculos, pues, ya están perdidos definitivamente. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar