Juan Rodolfo Wilcock
LAGO DE GINEBRA
Lago de Ginebra
Allá sobre
la loma está la lápida
de mi
abuelo: un ciprés ha recubierto
las letras;
se llamaba Rodolfo Romegialli.
Allá abajo
está el lago de agua dulce
donde nadó
mi abuela de muchacha,
tendida y
bella como ahora su esqueleto;
se llamaba
Maria Morgenegg.
Yo también,
en el bosque escarpado de abetos,
a mitad de
camino entre el lago y las tumbas,
soy otro,
algo más joven, que de América
regresa
aquí, al lugar de sus orígenes,
aún libre y
sano. No es posible
que yo haya
sido él, me parece imposible.
¿Cuál fue el
somnífero, o la enfermedad?
Y hoy me
despierto en un mundo de idiotas
que preparan
absortos el torvo advenimiento
de algún Rey
Sol marxista y de su Corte.
En la espera
producen un bullicio que aturde.
Y yo que en
ese bosque los habría barrido
lejos con
una mano como hojarasca seca
si sólo los
hubiera imaginado,
me encuentro
ahora en esta tierra yerma
rodeado de
una piara de marranos
malignos,
repugnantes, fantasmales.
¿He hecho
mal, abuelos, en regresar a Europa?
Una especie
de amor me atrajo aquí:
vine, bebí
el amor, perdí el sentido.
Pero cuando
este amor haya apurado
seré
esqueleto también yo en el bosque
que separa
del lago al cementerio.
Juan Rodolfo Wilcock
[Versión de Pablo Anadón,
Río Cuarto,
24-IX-12]
*
Lago di Ginevra
Là sul colle
è la lapide di mio nonno,
un cipresso
ha coperto la scritta;
si chiamava
Rodolfo Romegialli,
e quel
cipresso ha la mia età.
Giù invece è
il lago d’acqua senza sale
dove mia
nonna nuotava da ragazza
distesa e
bella come adesso il suo scheletro;
si chiamava
Maria Morgenegg.
Anch’io nel
bosco ripido di abeti
a metà
strada tra il lago e il cimitero,
sono un
altro, più giovane, americano
tornato al
lugo delle origini,
libero
ancora e sano. Non è possibile
ch’io sia
stato lui, sembra impossibile.
Che
sonnifero ho preso, che malattia?
E ora mi
sveglio in un mondo di idioti
intenti a
preparare il losco avvento
di un Re
Sole marxista e la sua Corte.
Nell’attesa
fanno un chiasso che assorda.
E io che in
quel bosco li avrei spazzati
via con una
mano come foglie secche
se soltanto
li avessi immaginati,
mi trovo
adesso in questa terra brulla
con
tutt’intorno un branco di maiali
maligni, rivoltanti, fantasmali.
Ho fatto male, nonni, a tornare in
Europa?
Una specie
di amore mi attirava:
venni, bevvi
l’amore e persi i sensi.
Ma quando
questo amore sarà speso
potrò essere
anch’io scheletro nel bosco
che separa
il cimitero dal lago.
Juan Rodolfo Wilcock
[De: J.
Rodolfo Wilcock, Poesie,
Adelphi,
Milano, 1980, pp. 150-151]