domingo, 6 de noviembre de 2016


Giacomo Leopardi

El infinito





El infinito

Siempre me fue querida esta colina
Solitaria, y querida esta espesura
Que oculta a la mirada una gran parte
Del último horizonte… Pero aquí,
Sentado, contemplando, ilimitados
Espacios a lo lejos, sobrehumanos
Silencios, profundísima quietud
Finjo en mi pensamiento, donde falta
Poco para aterrar al corazón.
Y como el viento escucho susurrar
Entre el follaje, yo comparo aquel
Infinito silencio y esta voz:
Y llega a mí el oleaje de lo eterno,
Las estaciones muertas, la presente
Y viva, y su rumor. Así, entre esta
Inmensidad se anega el pensamiento
Y naufragar me es dulce en este mar.

Giacomo Leopardi

[Versión de P. A.,
Villa Dolores, 06-XI-16]





L’infinito

Sempre caro mi fu quest’ermo colle
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedendo e mirando, interminati
Spazi di là da quella, e sovrumani
Silenzi, e profondissima quiete
Io nel pensier mi fingo; ove per poco
Il cor non si spaura. E come il vento
Odo stormir tra queste piante, io quello
Infinito silenzio a questa voce
Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei. Così tra questa
Inmensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare.

Giacomo Leopardi

(Recanati, 29 de junio de 1798
– Nápoles, 14 de junio de 1837)



3 comentarios:

  1. Gracias, Pablo, por esta hermosa traducción. No sé por qué hay tantos que siguen empeñados en afirmar que la poesía es intraducible.

    Un saludo

    Pedro Pérez

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Pedro. Me alegra que te haya gustado la traducción. Yo estoy, sin embargo, entre aquellos que siguen empeñados en afirmar que la poesía es intraducible, o que, al decir de Frost, "poesía es lo que se pierde en una traducción", lo que no me impide seguir empeñado a la vez, con rara voluntad escéptica, en el intento de traducir poemas una y otra vez...
      Un cordial saludo,
      Pablo

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  2. ¿Cómo es posible que se haya traducido y se continúe traduciendo tanta poesía si es intraducible? ¿Nos estarán dando gato por liebre?
    Mi respuesta es: No. No si la traducción es adecuada. Y la traducción puede y debe ser adecuada.
    En mi opinión, quienes certifican y defienden la intraducibilidad de la poesía (no me refiero aquí a los que lo hacen por modestia al hablar de sus traducciones) lo hacen debido a determinados prejuicios, se han dejado atrapar por los conceptos abstractos, por las palabras. En vez de partir de la traducción perfecta, de la perfección, que no es más que un concepto abstracto y que, como tal, sólo funciona si se establece un sistema cerrado, ¿por qué no hacerlo partiendo del hecho concreto de la traducción? ¿Por qué no observar el proceso, el resultado y ver en qué medida se acerca al original y se identifica con él? ¿Por qué ver la botella vacía, contenga esta una mínima cantidad, esté a medias, alcance los tres cuartos o –para los más exagerados- le falten tan sólo unas gotas imperceptibles?
    No interesan los conceptos abstractos y lógicamente perfectos que excluyen todo aquello que no encaja perfectamente en su lógica abstracta. Exagera el amigo Frost al decir que "poesía es lo que se pierde en una traducción". Si al menos hubiera dicho que poesía es lo que puede llegar a perderse en algunas o incluso en muchas traducciones, podría estar de acuerdo. Pero los casos negativos, por muchos que pueda haber, no prueban nada. Basta un caso positivo –y hay muchos- para probar que la traducción es posible. El problema surge cuando se considera que la traducción ha de ser “exactamente” igual al original, que ha de decir “exactamente” lo mismo, que ha de sonar “exactamente” igual, que ha de utilizar “exactamente” el mismo número de palabras… es decir, que tendría que ser “exactamente” el texto original. Y eso es metafísicamente imposible. Es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo.
    Lo interesante es basarse en la experiencia, partir de ella. Con esto no estoy defendiendo cualquier tipo de traducción. Todo lo contrario. Hemos de ser exigentes por principio. Como si fuera el combate de Jacob con el ángel.
    Un cordial saludo.

    Pedro

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