ROBERTO
D. MALATESTA
Mi
amigo vive cerca del arroyo
Hasta
ahora, nunca he incluido en este blog reseñas, ni estudios, ni
cartas, ni
enlaces
referidos
a mi obra
–llamémosla
así–,
no porque me parezca que esté mal hacerlo, sino seguramente
por resabios de pudor provinciano. Ayer, sin embargo, me
llegó un
nuevo
libro
de Roberto D. Malatesta, La
estrella roja y otros poemas,
donde aparece un texto
que este amigo me dedicó hace años, luego de que pasara unos días
en mi casa, que entonces quedaba
en Alta Gracia, a unos metros del arroyo que bordea la ciudad. Los
versos, que ya conocía, porque me los había enviado poco después de su visita, me conmovieron nuevamente, esta vez de otra manera, como si todo lo pasado y perdido volviera, resonara de pronto en sus palabras, se hiciera vívido en torno a sus imágenes: lo vi
sentado en la vieja
reposera
(él
la asciende generosamente a sillón, por razones eufónicas), que
alguna vez fue roja y
en ese entonces ya era anaranjada,
y que todavía conservo; lo
vi a la entrada de mi
casa, donde también yo
pasaba largas horas escuchando el rumor del agua, las voces familiares que venían de adentro, y
observando las
variaciones de la
luz entre los árboles, los
pájaros en el cielo del norte, lo que iba y venía por la calle de
tierra...
A
sus versos les debo, pues, este imprevisto retorno en el
tiempo. A modo de modesto agradecimiento, he decidido que sean ellos los que inicien una nueva sección en el blog, que podría llamarse –según
una ocurrencia humorística de
otro
amigo,
Pedro Mairal–
“La
Egoteca”, o
bien, menos egocéntricamente, parafraseando palabras de Apollinaire: “De la
amistad fundada en poesía”.
MI
AMIGO VIVE CERCA DEL ARROYO
Mi
amigo vive cerca del arroyo.
Desde
su casa puedes escuchar
la
cadencia del agua.
Yo
mismo, ensimismado, me detuve
a
oír, sentado en su sillón naranja.
Ciertamente
mi amigo es muy afortunado,
camina
a orillas del arroyo
hasta
llegar al parque
y
las sierras le abrazan
el
horizonte.
Yo
podría envidiarlo
pero
no lo hago.
Si
no fuese mi amigo
otra
cosa sería.
Al
serlo un poco soy
yo
el que vive
tan
cerca de un arroyo.
Su
rumor se percibe a través del poema.
(de
otros tiempos, a Pablo Anadón)
ROBERTO
D. MALATESTA
[En:
La
estrella roja y otros poemas,
Editorial
Leviatán, Buenos Aires, 2014]
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