miércoles, 5 de junio de 2019



“A las gatas del hospicio de Sant’Anna”
de Torquato Tasso
comentado por 
Alfonso Berardinelli


Alfonso Berardinelli
en Alta Gracia (Córdoba, Argentina)
[Fotografía de P. A.]


A los treinta y cinco años, en 1579, cuando ya había llevado a término cuatro años antes la Jerusalén liberada, Torquato Tasso fue recluido en la cárcel-hospicio de Sant’Anna, en Ferrara, luego de un violento episodio protagonizado por el poeta frente al duque Alfonso II d’Este. Tasso acababa de regresar a la corte de los Estenses, donde había transcurrido los años más felices y productivos de su vida, y en medio de los festejos por las bodas del duque con Margherita Gonzaga no se sentía bien recibido. El mundo de la corte, amado por Tasso como un mundo ideal, era también la fuente de sus tormentos. Se sentía aceptado y rechazado por ese mundo, en una alternancia de éxtasis idílicos y de sospechas.
Con los siete años pasados en Sant’Anna el drama de esta relación se precipita. Son siete años de trabajo intenso (escribe la mayor parte de sus Diálogos y la Apología de la Jerusalén). Pero son sobre todo años en los cuales la soledad lanza a la mente trastornada del poeta a un estado visionario obsesivo, en una oscuridad tormentosa y desasosegada donde toda certeza está perdida. Es la situación de este soneto.
Como en el océano (aquí, en italiano, debe leerse métricamente Oceàn) durante una terrible tempestad (la “infesta procella”, la “infecta borrasca”) el cansado timonel por la noche levanta la mirada a las estrellas del polo para orientar la navegación, así, dice Tasso, en mi desventura yo me vuelvo a tus ojos inocentes, oh bella gata, como a dos estrellas que indican el Norte (“tramontana”) en la tempestad de la vida. Los ojos de las dos gatas, la gata y la gatita, como si fuesen la Osa Mayor y la Osa Menor en el cielo, son “luces santas”, ojos angélicos que alumbran la noche.
Las dos primeras estrofas del soneto, nada menos que ocho versos de catorce, están íntegramente ocupados por las dos partes de la comparación, en una impecable simetría sintáctica y métrica (la primera estrofa se abre con el “como” y la segunda estrofa se abre con el “así”). Dos perfectas arcadas que enlazan el cielo a la tierra, el espacio inmenso del océano al espacio no menos tempestuoso y amenazante del estudio en el cual Tasso piensa y escribe con el terror de perderse. Es como si aquel cuartito fluctuase sobre olas turbulentas y aullantes que pueden sumergirla, frágil embarcación, de un momento al otro. Pero el soneto, más que por la clásica simetría distributiva del símil inicial, es sostenido en su cohesión por esos vocativos de una dulzura desgarradora: “o bella gatta… o gatte… o gatte amate” (“oh bella gata”… “oh gatas”… “oh gatas amadas”). Vocativos que irrumpen en las tinieblas carcelarias como centelleantes y salvíficos filos de luz ultraterrena. Tajos de emotividad pura, sin freno, invocaciones desesperadamente afectuosas. La incontenible emotividad, el exceso de dulzura, la necesidad de familiaridad confidente, y esta imprevista falta de contención estilística, arrastran al poema hacia un “lirismo realista” muy diverso de aquel de los madrigales y muy poco petrarquista (se habla de maltrato con “bastonazos”, de “carne” y de “leche”: esas dos criaturas mediadoras entre cielo y tierra no son sólo suaves custodias angélicas, son precisamente gatas, físicamente presentes allí, en el hospicio de Sant’Anna).
Como ha sido observado (también por Walter Siti, en un ensayo sobre el inconsciente en la literatura italiana), en la poesía de Tasso aparecen inconexiones “neuróticas” entre construcción racional y accesos emotivos. En la misma Jerusalén, como en una grandiosa y tempestuosa sinfonía de Mahler, la solemnidad del tema heroico se hace añicos, poniendo al descubierto las exaltaciones y los abatimientos de una emotividad en estado puro, alucinada e irrefrenable.

Alfonso Berardinelli

[De Alfonso Berardinelli, Cento poeti,
Mondadori, Milano, 1997, pp. 329-331,
Traducción de P. A.]




A LAS GATAS DEL HOSPICIO DE S. ANNA


Como en el mar si oscura y si demente
Borrasca lo hace turbio y resonante,
A la estrella en que el polo arde llameante
Exhausto timonel alza la frente,

Así me vuelvo, oh bella gata, en esta
Fortuna adversa hacia tus santas lumbres
Y son estrellas para mí, vislumbres
De paz que al viento sobre el mar recuesta.

Otra gatita viene y veo en su encanto
La Osa Mayor con la Menor: oh gatas,
Candiles de mi estudio, amadas gatas,

Si el cielo las protege del maltrato,
Si pone carne y leche en cada plato,
Dénme la luz para escribir mis cantos.


TORQUATO TASSO
(Sorrento, 1544 – Roma, 1595)

[Versión de P. A.
Córdoba, 10-VI-12]

*

ALLE GATTE DE LO SPEDALE DI S. ANNA


Come ne l’ocean s’oscura e ‘nfesta
procella il rende torbido e sonante,
a le stelle onde il polo è fiammeggiante
stanco nocchier di notte alza la testa,

 così io mi volgo, o bella gatta, in questa
fortuna avversa a le tue luci sante,
e mi sembra due stelle aver davante
che tramontana sia ne la tempesta.

Veggio un’altra gattina, e veder parmi
Orsa maggior con la minore:o gatte,
lucerne del mio studio, o gatte amate,

se Dio vi guardi dalle bastonate,
se ‘l ciel voi pasca di carne e di latte,
fatemi luce a scriver questi carmi.


TORQUATO TASSO
(Sorrento, 1544 – Roma, 1595)

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