martes, 1 de junio de 2021

 

Guido Cavalcanti

 

Porque no espero ya volver jamás…

 


 

 

Porque no espero ya volver jamás…

 

Porque no espero ya volver jamás,

Baladilla, a Toscana,

Vé tú, ligera y llana,

Hacia la dama mía,

Que por su cortesía

Te tendrá en alto honor.

Le llevarás noticias de suspiros,

Nuevas de angustias, llenas de tristeza;

Pero cuida que nadie te descubra

Que sea hostil a la humana gentileza:

Sin duda, para mi gran desventura

Serías perseguida,

E incluso reprendida

Por ella, aún peor dolor,

Que después de la muerte, todavía

Llanto y nuevo dolor.

 

Tú sientes, baladilla, que la muerte

Me ahoga, y ya la vida me abandona;

Sientes que el corazón batalla fuerte

Por el que todo espíritu razona.

Tan destruida está ya mi persona,

Más no puedo sufrir:

Si me quieres servir,

Lleva el alma contigo

(De esto mucho te ruego)

Cuando deje mi cuerpo.

Ay, baladilla mía, a tu amistad

Esta ánima que tiembla le encomiendo:

Contigo llévala, por tu piedad,

A esa bella mujer a quien te mando.

Vé, baladilla, y dile suspirando,

Cuando le estés presente:

"Esta vuestra sirviente

A estar viene con vos,

La envía el corazón

Que fue siervo de Amor".

 

Y tú, mi débil voz atribulada,

Que brota en llanto el corazón doliente,

Vé con el alma y con nuestra balada

Diciendo de esta destruida mente.

Hallarás a una dama tan hermosa,

De tan dulce intelecto,

Que será tu dilecto

Deleite estar con ella a toda hora.

Alma mía, y tú, adórala

En su valor, por siempre.

 

Guido Cavalcanti

(Florencia, 1255-1300)

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 01-VI-21]

 

*

 

Perch’i’ non spero di tornar giammai...


Perch’i’ non spero di tornar giammai,

Ballatetta, in Toscana,

Va tu, leggera e piana,

Dritt’a la donna mia

Che per sua cortesia

Ti farà molto onore.

Tu porterai novelle di sospiri,

Piene di doglia e di molta paura;

Ma guarda che persona non ti miri

Che sia nemica di gentil natura,

Chè certo per la mia disaventura

Tu saresti contesa,

Tanto da lei ripresa,

Che mi sarebbe angoscia,

Dopo la morte, poscia,

Pianto e novel dolore.

 

Tu senti, ballatetta, che la morte

Mi stringe sì, che vita m’abbandona,

E senti come ’l cor si sbatte forte

Per quel che ciascun spirito ragiona.

Tanto è distrutta già la mia persona

Ch’i’ non posso soffrire:

Se tu mi vuo’ servire

Mena l’anima teco

(Molto di ciò ti preco)

Quando uscirà del core.

Deh ballatetta, alla tua amistate

Quest’anima che trema raccomando:

Menala teco nella sua pietate,

A quella bella donna a cui ti mando.

Deh, ballatetta, dille sospirando

Quando le se’ presente:

"Questa vostra servente

Viene per star con vui,

Partita da colui

Che fu servo d’Amore."

 

Tu, voce sbigottita e deboletta,

Ch’esci piangendo de lo cor dolente,

Coll’anima e con questa ballatetta

Va ragionando della strutta mente,

Voi troverete una donna piacente

Di sì dolce intelletto

Che vi sarà diletto

Davanti starle ognora.

Anim’, e tu l’adora

Sempre nel su’ valore.

 

Guido Cavalcanti

(Firenze, 1255-1300)

 

[Antologia della poesia italiana.

Dalle origini al Trecento, vol. 2,

a cura di Alfredo Giuliani,

Feltrinelli, Milano, 1975]


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