sábado, 6 de abril de 2013

Juan Rodolfo Wilcock

LAGO DE GINEBRA





Lago de Ginebra



Allá sobre la loma está la lápida
de mi abuelo: un ciprés ha recubierto
las letras; se llamaba Rodolfo Romegialli.
Allá abajo está el lago de agua dulce
donde nadó mi abuela de muchacha,
tendida y bella como ahora su esqueleto;
se llamaba Maria Morgenegg.

Yo también, en el bosque escarpado de abetos,
a mitad de camino entre el lago y las tumbas,
soy otro, algo más joven, que de América
regresa aquí, al lugar de sus orígenes,
aún libre y sano. No es posible
que yo haya sido él, me parece imposible.

¿Cuál fue el somnífero, o la enfermedad?
Y hoy me despierto en un mundo de idiotas
que preparan absortos el torvo advenimiento
de algún Rey Sol marxista y de su Corte.
En la espera producen un bullicio que aturde.

Y yo que en ese bosque los habría barrido
lejos con una mano como hojarasca seca
si sólo los hubiera imaginado,
me encuentro ahora en esta tierra yerma
rodeado de una piara de marranos
malignos, repugnantes, fantasmales.

¿He hecho mal, abuelos, en regresar a Europa?
Una especie de amor me atrajo aquí:
vine, bebí el amor, perdí el sentido.
Pero cuando este amor haya apurado
seré esqueleto también yo en el bosque
que separa del lago al cementerio.


Juan Rodolfo Wilcock

[Versión de Pablo Anadón,
Río Cuarto, 24-IX-12]


*


Lago di Ginevra



Là sul colle è la lapide di mio nonno,
un cipresso ha coperto la scritta;
si chiamava Rodolfo Romegialli,
e quel cipresso ha la mia età.
Giù invece è il lago d’acqua senza sale
dove mia nonna nuotava da ragazza
distesa e bella come adesso il suo scheletro;
si chiamava Maria Morgenegg.

Anch’io nel bosco ripido di abeti
a metà strada tra il lago e il cimitero,
sono un altro, più giovane, americano
tornato al lugo delle origini,
libero ancora e sano. Non è possibile
ch’io sia stato lui, sembra impossibile.

Che sonnifero ho preso, che malattia?
E ora mi sveglio in un mondo di idioti
intenti a preparare il losco avvento
di un Re Sole marxista e la sua Corte.
Nell’attesa fanno un chiasso che assorda.

E io che in quel bosco li avrei spazzati
via con una mano come foglie secche
se soltanto li avessi immaginati,
mi trovo adesso in questa terra brulla
con tutt’intorno un branco di maiali
maligni, rivoltanti, fantasmali.

Ho fatto male, nonni, a tornare in Europa?
Una specie di amore mi attirava:
venni, bevvi l’amore e persi i sensi.
Ma quando questo amore sarà speso
potrò essere anch’io scheletro nel bosco
che separa il cimitero dal lago.


Juan Rodolfo Wilcock

[De: J. Rodolfo Wilcock, Poesie,
Adelphi, Milano, 1980, pp. 150-151]

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