NOTICIAS DEL AMIGO SICILIANO
"En estos días"
Un poema de ocasión
de Daniele Moretto
Luego de largos años, volví a tener noticias ─ noticias en verso ─ de Daniele Moretto (Palermo, 1961), el "siciliano universal", como yo solía llamarlo, un viejo amigo del tiempo en que viví en Florencia. Nos hicimos amigos en un curso sobre la poesía hermética italiana que dictaba la reconocida estudiosa Adele Noferi en la Facoltà di Magistero de la Universidad florentina. No olvidaré su aparición en la primera clase, cuando irrumpió a la mitad de la hora, en el silencio atento del aula, "chiedendo scuse" con la mano en alto, con su pelo rojizo revuelto, la barba ─también pelirroja─ de días, una gran campera verde y el casco de la motoneta bajo el brazo, ni sus palabras murmuradas sobre mi hombro acerca de su admiración por El arco y la lira de Octavio Paz, cuando hice algunas preguntas a la profesora y él reconoció el acento hispanoamericano. Salimos de esa clase hablando sobre poesía, y nos fuimos a caminar por las calles, y seguimos hablando de poesía durante todo el tiempo que se prolongó mi estadía en la ciudad del Arno. Gracias a él y a la hospitalidad de su familia, al mes siguiente de conocernos tuve la rara dicha de recorrer la tierra de mis antepasados, su propia tierra, a fines de 1987.
No recuerdo ya lo que hablábamos en los días y las largas noches que pasábamos dando vueltas por Florencia, en mi "cella" o en su departamento, en el comedor estudiantil, en los bares, pero no puedo olvidar la pasión con que nos decíamos de memoria los versos de los poetas amados, en italiano y en español, discutíamos sobre el sentido o sinsentido de este "craft or sullen art", sopesábamos el alcance semántico y la sonoridad de una expresión u otra. Tenía en esa época un modo expansivo de vivir y de sobrevivir, ejerciendo los oficios más variados, mientras estudiaba canto lírico (posee una prodigiosa voz de tenor), cursaba Letras en la universidad, donde se graduó con una tesis sobre la poesía hermética, y se enamoraba de cada mujer bella que se cruzaba por la calle. Algunas noches, mientras íbamos de aquí para allá, cantaba a voz en cuello arias de ópera en medio de la vereda, y la gente lo aplaudía al pasar. Su generosidad no conocía límites, ni siquiera los del propio bolsillo. Conservo en un estante predilecto de mi biblioteca un tomito con las Rime de Dante Alighieri, una edición crítica de Gianfranco Contini publicada por Einaudi en un elegante estuche verde, que me regaló una vez que le alabé el libro, con la siguiente dedicatoria (traduzco literalmente: los ambiguos elogios del inicio se justifican sólo como contraste de la broma del final): “A Pablo, por su despiadada inteligencia, por su escrupulosa atención, por su insoportable meticulosidad, por su astucia y fidelidad a la poesía, por su envidia de los libros ajenos ─ total, encontraré otro ─, su hermano Daniele”.
Tiempo después, cuando me trasladé a la universidad de Arcavàcata di Rende, en Calabria, nuestros encuentros se espaciaron, e incluso nuestras cartas, pero se mantenía intacta una "amistad que se confirmaba en el silencio" (creo que la expresión es de Mastronardi). Allí formé una familia y allí nacieron mis dos hijos mayores, y allí vino a visitarnos el "fratello siciliano" en dos oportunidades, en una con su hija Sofía, recién nacida. Ya de vuelta en el país, luego de siete años de residencia en Italia, un buen día, sin previo aviso, recibí una llamada de Buenos Aires: ¡era él! Se quedó en mi casa en Alta Gracia por un tiempo, y soñaba con trasladarse a la Argentina y comprar el Hostal Hispania de esa ciudad, adonde solíamos ir a tomar café, fumar y quedarnos conversando o simplemente mirando desde la galería las sierras al oeste.
Ayer, pasados ¿diez años? desde aquella visita, me llegaron unos versos suyos, que son los que aquí transcribo y traduzco. Él los juzga sin mayor valor y ocasionales, pero en ellos, sin dejar de ser ocasionales ─según la buena lección montaliana─, puede encontrarse esa sapiente musicalidad, ese tono a la vez conversacional y temperadamente lírico, y esa precisión objetiva que de pronto se abre en un salto metafísico o imaginativo, tan propios de toda su poesía, que se encuentra reunida por ahora en el libro Splendore della materia opaca (Edizioni Polistampa, Firenze, 1997).
En el prólogo del mismo, señala el poeta Alessandro Parronchi (uno de los principales autores del hermetismo italiano): “Me gusta esta poesía de Daniele Moretto. […] Me gusta su modo impetuoso de aferrar las imágenes, la movilidad de su ojo y de su pensamiento, las situaciones de novela que pasan detrás de los versos y que siguen su curso, que él mismo, cuando ha llegado hasta el fondo de un poema, tal vez ya no recuerda. Me gusta su tumultuoso transcurrir, donde incluso las caídas no se revelan como tales, sino que por constantes sobresaltos mantienen el ascenso del inicio; su proceder llameante mientras la imagen más calma se transforma de pronto en tragedia; su adherirse a la realidad y su desprenderse de ella con violencia. Algunos textos de la última sección, La materia del canto, me parece que no tienen parangón en el contexto de la producción lírica de sus contemporáneos.”
En la versión del poema, por licencia amical, me he permitido dividirlo en estrofas. Sé que él lo sabrá perdonar.
In questi giorni
a Pablo
Sono cadute due fotografie
da dentro un libro – o dalla memoria
di me a Crotone nello stesso viaggio
in cui ti visitai ad Arcavacata,
(un nome così ispanico in Calabria),
e forse andammo insieme, forse tu
scattasti le due foto (ma in che anno?):
in una canto vittoria con le dita
─non so di che, a parte della vita─
nell’altra salgo tre scalini
di cemento tra blocchi lungo un molo
di rovi e di rovine
ma io mi tuffo dentro l’orizzonte.
Daniele Moretto
*
En estos días
a Pablo
Se desprendieron dos fotografías
del interior de un libro – o del recuerdo
de mí en Crotone en ese mismo viaje
cuando te visité allá en Arcavàcata
(un nombre tan hispánico en Calabria),
y tal vez fuimos juntos, tal vez vos
sacaste las dos fotos (¿pero en qué año?):
canto en una victoria con la mano
─ no sé de qué, en verdad, salvo la vida ─
y en la otra estoy subiendo tres peldaños
de cemento entre bloques en un muelle
de espinos y de ruinas, pero yo
me lanzo de cabeza al horizonte.
Daniele Moretto
[Versión y nota de P. A.
Córdoba, 19 de julio, 2011]
Que regalo!
ResponderEliminarPablo, estoy un poquito en silencio, despues de eso, escucho mi corazon, que ahora puede solamente decir: muchas gracias!
Me gustaria que Sofia lo leerìa.
Un abrazo.
Daniele
Carissimo Daniele, mi fa piacere ciò che mi dici. Ho incluso pure il nome di tua figlia, se per caso lei potrà leggere la pagina.
ResponderEliminarCari saluti da tuo fratello argentino, Pablo.
Caro Pablo,
ResponderEliminarleggo ora il tuo ultimo commento., grazie per il pensiero affettuoso.
Sono stato impegnato, tra le altre cose, a scrivere una parziale (ma almeno credo) intensa memoria del mio viaggio argentino - in risposta alla tua bellissima pagina della nostra conoscenza.
Mandami il tuo indirizzo di posta, così ti invio la versione graficamente buona.
Un abbraccio dal tuo fratello italiano,
Daniele