lunes, 21 de febrero de 2011

ELOGIO DE LA LLUVIA


Luego de la larga sequía, desde hace varios días no deja de llover en Alta Gracia. Así como Sarmiento hablaba del valor educativo de la nieve, que favorece en los pueblos el recogimiento meditativo y el estudio, de modo parecido podría hablarse del valor poético de la lluvia. Al menos en mi caso, escuchar el sonido de las gotas sobre el patio y sentir el olor de la tierra mojada, me transporta a ese estado de asombro o enrarecimiento del ánimo, siempre un poco extático, que en ocasiones precede al surgimiento de las primeras palabras de un poema. Ahora mismo llueve, y me digo si esa sensación de inocencia o apertura hacia el mundo no será el efecto de una situación grabada en la memoria desde los lejanos días de la infancia: la protección de la casa, los vidrios empañados y surcados de estrías líquidas, el niño que mira a través de la ventana… O tal vez algo más ancestral, heredado de generación en generación, frente a los fenómenos de la naturaleza, como la fascinación de la luna. En fin, en homenaje a estas aguas que han venido a refrescar el agobio del verano, aquí transcribo un puñado de poemas, de autores nacionales, que la tienen como tema o como fondo, varios de los cuales a veces me digo a solas para acompañar con palabras su magia inexpresable. No es una antología pluvial de la poesía argentina, sino sólo algunos pocos textos que me están próximos en el sentimiento de la lluvia.


OLAS GRISES

Llueve en el mar con un murmullo lento.
La brisa gime tanto, que da pena.
El día es largo y triste. El elemento
Duerme el sueño pesado de la arena.

Llueve. La lluvia lánguida trasciende
Su olor de flor helada y desabrida.
El día es largo y triste. Uno comprende
Que la muerte es así..., que así es la vida.

Sigue lloviendo. El día es triste y largo.
En el remoto gris se abisma el ser.
Llueve... Y uno quisiera, sin embargo,
Que no acabara nunca de llover.


LEOPOLDO LUGONES
(De El libro de los paisajes, 1917)



*

EL MATE

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va.

El mate es como un diálogo
con pausas que llenar.
(Darío lo ha llamado
calumet de la paz.)
Niño que se ha dormido
cansado de llorar
y aún suspira: la lluvia
cae sobre la ciudad.
El brasero sus brasas
aviva fraternal
y, como en la charada,
llena todo el hogar.

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va.

Nos quedamos callados,
mirando sin mirar
un cuadro, un libro abierto,
un reflejo fugaz.
Tenemos una pena
Como de soledad;
Nos falta un hijo y algo
que no tendremos ya.
El reloj da la hora
de la serenidad
y, grano a grano, cuenta
arenas en el mar.
La lluvia se diría
que licúa el cristal.
El brasero calienta
el frío del hogar.

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va.

Hace poco perdimos
un amigo ejemplar;
perdimos un hermano
de exquisita bondad.
Se le acabó la vida
antes de comenzar.
Presente en el silencio,
sabemos bien que está,
pero callamos, porque
no podemos hablar.
Tú principiaste un cuadro;
yo, un libro; y ahí están,
sin terminar las manos,
la estrofa sin final.

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va.

Llevamos siete años
de vida conyugal,
y nuestro amor reclina
su frente en la amistad.
De los viejos proyectos
casi no hablamos más;
hay algo que nos dice
de un fracaso brutal.

Nos miramos con pena,
durmiendo sin soñar,
nos ha engañado el sueño:
ya no soñamos más.

De ti a mí, mano a mano,
el mate viene y va;
viene a mí fervoroso,
casi frío a ti te va.

No hay más luz que las brasas,
ni más calor, quizás.
Mi cigarrillo quema
sustancia sideral,
y como se ve poco,
no nos vemos llorar.


EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA
(De La Argentina, 1927)


*

EL VIEJO LIBRO

La lluvia, el viejo libro y tu recuerdo,
oh amigo, me han llenado de tristeza.

Se diría que en estas claras páginas
que están como impregnadas de tu ausencia,
vive un poco de tu alma, de tus ojos,
de tu sonrisa entre viril y tierna.
Y pienso que este libro, amigo mío,
es el único lazo que en la tierra
une mi vida frágil a la tuya
silenciosa y serena.

Lentamente he cerrado el viejo libro
y el alma toda se me ha vuelto niebla.


EMILIA BERTOLÉ
(De Espejo en sombra, 1927)


*


VIEJO CAFÉ TORTONI

A pesar de la lluvia yo he salido
a tomar un café. Estoy sentado
bajo el toldo tirante y empapado
de este viejo Tortoni conocido.

¡Cuántas veces, oh padre, habrás venido
de tu graves negocios fatigado,
a fumar un habano perfumado
y a jugar el tresillo consabido!

Melancólico, pobre, descubierto,
tu hijo te repite, padre muerto.
Suena la lluvia, núblanse mis ojos,

sale del subterráneo alguna gente,
pregona diarios una voz doliente,
ruedan los grandes autobuses rojos.


BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO
(De Sonetos, 1928)



*


LA LLUVIA

Bruscamente, la tarde se ha aclarado,
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio, que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.


JORGE LUIS BORGES
(De El Hacedor, 1960)



*


CIERRA UN CÍRCULO

Nubes negras, rayo de la locura.

Desde todas las calles,
enredándose en cóleras
y crucifixiones,
huye el viento.

La hoja seca estampada sobre el vidrio
abre su boca muda,
grita.

Y ya no están las figuras del polvo.

Pero, alguien lo sabe:
la noche cae en lluvia o en palabras
sobre las sordas ruinas,
cierra un círculo.


ALEJANDRO NICOTRA
(De Lugar de reunión, 1981)



*


VISITA ANTES DE LA TORMENTA

a Luisa y Pedro, ahora juntos

Más parecido a ustedes, menos roto,
he venido aquí para que el mundo
no cambie, para defenderlos con arte
del cielo oscuro y del trueno.

Que la muerte siga:
eso haré por los dos, débiles y ocultos,
mientras dedos que envejecen
rozan el granito, el talismán mellado.

He vuelto con la garganta
aún cerrada por el decoro
que alguna vez cederá, incluyendo
días de culpas invisibles, destinados hoy
a deshacerse con hojas terminales
o almas enredadas en el viento
en inestable mezcla y dispersión.


RODOLFO GODINO
(De Elegías breves, 1999)



*


EL HUERTO ABANDONADO

El huerto abandonado:
paraíso de avispas y de pájaros.

Aún crece la frutilla en la maleza
y ahora, con la lluvia,
tras el vidrio del cuarto oscurecido
puede verse el follaje,
el envés del follaje de un olivo vencido,
chorrear como una fuente.

Retumba la tormenta.
Se oyen los goterones golpear sobre la tierra.
Y ya es la luz del día
una blanca osamenta
que el olvido desgasta.

Debajo del parral, una buhardilla
que resguarda del frío
la memoria perdida.
Y oculta, más allá,
una rama caída
cargada de manzanas.

Cuando un golpe de viento entreabre las hojas,
me alcanza desde lejos, aquí en la oscuridad,
con un toque carnal, la conmoción:
el latido de un día, de un lugar, de una llama.

Si revela el secreto
se adensa el nunca más,
y la sombra hace suya la palabra desnuda,
el salvaje pudor de su silencio.


RICARDO H. HERRERA
(De Estudios de la soledad, 1995)



*

LA LLUVIA

Llueve: ahí está el poema. Llueve y llueve.
Si lo escribo, está bien; si no lo escribo
habla sin mí la boca de la lluvia
y escuchará su voz quien pueda oírla.
El poema es eterno. Está ahí afuera,
en la noche. Si en ella no lo escuchas
tampoco oirás la lluvia de mi verso.
La lluvia es la memoria de la tierra.
Antes de mí y antes del hombre y antes
de la vida compuso su poema.
Oye: es el más antiguo. Llueve. Llueve.
Llueve sobre el injusto y sobre el justo.
Llueve sobre los vivos y los muertos,
sobre el lugar lejano en que fui niño,
sobre la flor de un gran amor marchita,
sobre tu juventud que se despide.
Llueve en la noche. Escucha. Llueve y llueve.


ALEJANDRO BEKES
(De Virgen de proa, inédito)

13 comentarios:

  1. Buenísima la breve antología, sobre todo porque ahora en Córdoba vuelve a llover.

    Me detengo en el de Martínez Estrada, que conocía. Me sorprende lo siguiente: "(Darío lo ha llamado /
    calumet de la paz.)". No encuentro "calumet" en el DRAE on-line. Otros dos versos: "La lluvia se diría / que licúa el cristal.". Que la lluvia licúe el cristal de la ventana: rarísimo y verdadero. Por último: "De los viejos proyectos / casi no hablamos más; / hay que nos dice / de un fracaso brutal.": ¿hay un error de transcripción? Esperaba un heptasílabo en "hay que nos dice".

    Saludos, y gracias.

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado.
    En este habitar en hemisferios distintos, que hace que ahora a ti te llegue el otoño mientras yo ando deseando que llegue la primavera, encontrar tu sensación ante el advenimiento de la lluvia, en otoño, me retrotrae a la misma que yo padezco (no quiero decirlo de otra forma, porque es así proviene del "pathos") cuando por aquí se acercan las lluvias otoñales. Tú describes bien el acontecimiento percibido: "O tal vez algo más ancestral, heredado de generación en generación, frente a los fenómenos de la naturaleza"
    A mí me llega a través del sentido del olfato: huele a regaliz, suelo decir.
    Me han recordado tantos versos sobre la lluvia algunos míos ya escritos hace años.
    Bueno, también la lluvia de primavera tiene su "a qué", ¿eh?.
    Encantada de haber encontrado tu blog, llego desde el de Juan Carlos Sánchez Sottosanto.
    Un cordial y agradecido saludo por tu hermosa antología "pluviensis", ;)

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Pablo, por tu comentario y por señalarme la errata en el verso de Martínez Estrada. En efecto, falta la palabra "algo" para completar el heptasílabo. Ahora lo corrijo. En cuanto a "calumet", sí, no es una palabra castellana, sino francesa; se refiere a las pipas rituales, las "pipas de la paz". Gracias de nuevo. Un abrazo, Pablo.

    ResponderEliminar
  4. Le agradezco mucho, Sofía, sus palabras. Y sí, esto de las estaciones antípodas tiene su extraño encanto poético. ¡Y es un problema para las traducciones! Un cordial saludo, Pablo.

    ResponderEliminar
  5. Excelente! Te copio dos poemas, muy distintos entre sí, pero que me encantan -en el sentido literal, como la lluvia:

    http://losporquesdelarosa.blogspot.com/2007/03/poemas-dos-poemas-con-lluvia.html

    Un Abrazo grande, Pablo. Pronto te escribo

    Alejandro

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Alejandro, por la contribución pluvial. El contraste entre el poema de Lugones y el de Giannuzzi no puede ser más sugestivo.
    Espero tus noticias. Un gran abrazo, Pablo.

    ResponderEliminar
  7. Todo es excelente. En esa breve antología de poemas sobre la lluvia me han impactado por su belleza y profundidad "Olas grises" y "Cierra un círculo".
    Te enviaré por correo un breve poema que escribí sobre la lluvia, hace años.
    Estoy leyendo tu artículo sobre la poesía ("El dolor...) que comparto plenamente.
    Muchos saludos y felicitaciones por la excelente calidad literaria de tu blog. Amalia Mercedes Abaria

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias, Amalia, por tus palabras sobre el blog, y me alegra que compartas los puntos de vista que expongo en "El dolor de Aquiles". Leeré con gusto tu poema sobre la lluvia. Creo que ya podría ir formando un nuevo conjunto pluvial.
    Un cordial abrazo, Pablo.

    ResponderEliminar
  9. Magnífica selección , un placer leerla

    ResponderEliminar
  10. Excelente selección, Pablo. Todos los poemas me han gustado mucho, pero destaco "El viejo libro", de Emilia Bartolé, porque -confieso- no conocía el poema ni a su autora.

    Mariano Shifman

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, querido Mariano. Emilia Bertolé, en efecto, es una poeta poco conocida, que perteneció a la generación denominada "postmodernista" (los poetas aparecidos entre el Modernismo y las Vanguardias, digamos). Su poesía es muy delicada, sugerente y precisa. Fue también una destacada artista plástica.
      Un fuerte abrazo,
      Pablo

      Eliminar
  11. El olor a la lluvia no viene solo de mi ventana abierta a la parra del patio , ahora lo siento desde esta ventanita iluminada por donde leo tu blog Pablo .Bella antología de la lluvia

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Leonor: me alegran mucho tus comentarios, donde la poesía y las horas cotidianas se entrelazan. Un gran abrazo.

      Eliminar